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Rendición de cuentas 2019
Augusto Forero Reyes

Augusto Forero Reyes

Historiador y Abogado, Magister en Análisis de Problemas Políticos, Económicos e Internacionales Contemporáneos.

El desafío de ser joven y actor estratégico del desarrollo


Edición N° 9. Abril de 2021. Pensar la Ciudad
Autor: Augusto Forero Reyes | Publicado en March 28, 2021
Imagen articulo El desafío de ser joven y actor estratégico del desarrollo

Recuerdo que, durante el proceso de formulación de la actual política de juventud de Bogotá, realizábamos, en compañía de los jóvenes, preguntas sobre el “ser joven”, qué significaba y qué implicaba serlo. Las respuestas eran diversas, pero todas tenían un denominador común: ser joven es lo más difícil de ser en Bogotá. Los jóvenes, y hablamos de un rango bastante amplio, disímil y diverso (14 a 28 años), son atravesados por diversos procesos biológicos, sociales, políticos, económicos, culturales, virtuales y tecnológicos, en un momento vital para su desarrollo y de necesario apoyo y acompañamiento. 

Los jóvenes coincidían en que lograr ser es todo es un desafío en la ciudad, que en algunos casos puede comprometer la vida y la integridad misma de sus actores, pues organizarse, hacer control social y exigir más oportunidades puede ser tomado como un comportamiento temerario y no como lo que es, un derecho humano, o de otra parte, el compartir además de este momento vital, la condición de ser además mujer, afro, indígena, Rom, perteneciente algún sector LGBTI, campesino, victima o pobre; condiciones precarizantes bajo la lógica del poder. 

En 2018 mientras compilábamos los resultados del diagnóstico participativo de la actual política pública, encontramos que los jóvenes consultados, que fueron cerca de 10 mil para ese momento, consideraban que se debía brindar toda la atención a los temas de seguridad, convivencia y justicia, por encima de temas como inclusión productiva, participación, cultura, recreación y deporte que siempre han sido su principal interés. Sus peticiones se centraban en la inseguridad que viven día a día en sus entornos relacionales más inmediatos: familiar, barrial, educativo y laboral. Recuerdo que una lideresa juvenil de la Localidad de Rafael Uribe Uribe, en uno de los encuentros de formulación de la política de juventud manifestó “los jóvenes no nos sentimos seguros, ni protegidos en nuestros territorios”.

Recordemos la energía misma de ese momento vital, estar entre los 14 y 19 años, donde el motor son nuestras emociones, la búsqueda de nuestra propia identidad, dado el momento del desarrollo psicológico, por tanto, nos cuestiona y mueve la necesidad de cuestionar lo estatuido, el cómo de las cosas y la dificultad para darse a entender en un mundo de adultos que interpreta la vida a través de otros lentes y necesidades, otro paradigma. Este paradigma, el adulto-centrismo, establece marcos de actuación e interpretación, que determinan todo tipo de relaciones, de una manera contraintuitiva a lo que en esta etapa estamos viviendo, por lo tanto, niega y reprime toda esa inquietud y fuerza que son el motor de uno de los momentos vitales más importante en el desarrollo de nuestra identidad; y del cual tenemos mucha conciencia en la juventud. 

Todas las generaciones hemos pasado por este momento vital. Ahora, si todos hemos pasado por ahí, ¿Cuál es la dificultad para entender como adultos, padres, sociedad y Estado, lo qué les pasa a las nuevas generaciones? Debemos cuestionar el qué y cómo de lo que hemos hecho hasta hoy porque no ha funcionado. Si ya hemos estado ahí, ¿por qué caer en el mito del eterno retorno y no reconocer el momento vital de las juventudes y rol estratégico que tienen para la supervivencia de la humanidad?

En un taller sobre Agendas Juveniles, un líder juvenil manifestó “nos piden y nos piden, pero ¿qué es lo que ustedes no dan?”. Esta fue para mí la mejor síntesis del ayer y hoy de las juventudes. En sus hombros ponemos el presente y futuro de la humanidad, pero ¿cómo y qué es lo que les ofrecemos?  ¿qué consistencia y calidad tiene para su desarrollo?

Les asiste toda la razón en cuestionar todo, cuando la tasa de acceso y permanencia en la educación técnica y profesional es baja; la tasa de desempleo juvenil supera la general y se acentúa por efecto de la pandemia, al igual que la precarización de los puestos de trabajo existentes. Además, aumentan las cifras de los llamados Ninis, quienes no estudian ni trabajan. Es decir, les ofrecemos poco, les pagamos mal y en condiciones que riñen con la dignidad humana. Les exigimos tanto, pero ¿son nuestra principal prioridad? La respuesta es no, no lo son, son una de las paradojas del desarrollo; ¿quién cuestionaría la importancia que tiene en especial esta población en cualquier país o economía? Lamentablemente, quienes, sí aprovechan esto, son los actores de la economía de la ilegalidad que explota o instrumentaliza a nuestros jóvenes más vulnerables.  

Recientemente Bogotá adoptó, en diciembre de 2019, su segunda Política de Juventud, mediante una metodología que invita a pasar de discursos a hechos. Tuve la oportunidad de servir en la elaboración del Conpes Distrital 08 de 2019 “Política Pública de Juventud 2019-2030”, de servir como instrumento para elaborarlo. Contiene 103 bienes y servicios (productos) con un costo estimado de 2.5 billones de pesos a 2030; su propósito es ampliar las posibilidades y oportunidades juveniles para que las y los jóvenes puedan ser y hacer sus proyectos de vida. Si bien se lograron importantes avances y fue un ejercicio ampliamente discutido con cerca de 50 mil jóvenes en la ciudad, algo histórico para cualquier proceso de participación de política pública (además de lograr que ser joven fuera un objetivo específico de política), es claro que por asuntos más políticos que técnicos, se quedaron por fuera temas valiosos para el devenir juvenil. 

Ejemplo de esto, y considerado por la población joven participante como objetivo valioso para su desarrollo, es la educación profesional y la educación para el trabajo y el desarrollo humano -ETDH-. Si bien se incorporó en la política pública el objetivo específico de Educación con 15 bienes y servicios, los cuales  pretenden generar las condiciones para el acceso, calidad y la permanencia en la educación básica, media, profesional y ETDH, en términos reales no se comprometió la capacidad institucional del Distrito, puesto que el sólo ofrecimiento de formación profesional en las instituciones educativas distritales por parte de instituciones de educación superior y el SENA no garantiza el acceso a esta. Ni hablar de la ciencia, la tecnología y la innovación, elementos ausentes en este ejercicio; ¿acaso con el advenimiento de la economía del conocimiento, no es la innovación fuente de crecimiento y competitividad? 

Si bien el Conpes de Política de Juventud no es perfecto, sí es un instrumento valioso que brinda una línea base sobre mínimos que antes la población juvenil y las autoridades no tenían. Además, permite, a partir de los 103 bienes y servicios, continuar edificando, en conjunto con la población joven, soluciones costo-efectivas frente a nuevas situaciones generadas por efecto de la pandemia, el cambio climático, el desarrollo de las tecnologías disruptivas o la epidemia global del estrés (Harari. 2020). 

El mundo cada vez va más rápido, pero quienes estudian los avances en las próximas décadas, manifiestan que será un mundo bastante complejo y de mucha incertidumbre para todos, pero en especial para países como el nuestro, donde las brechas de desarrollo son bastante amplias en comparación con los países desarrollados. A modo de ejemplo, la sola desaparición de los actuales puestos de trabajo por la llegada de las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, aunado al impacto del cambio climático, será un gran desafío, que aun los hacedores de política y la población en general no visualizan. 

Hoy los jóvenes con mucho menos que poco, en colegios y localidades, mediante su ingenio, se aproximan a la resolución de estas cuestiones, pero necesitamos creer en su capacidad de agencia, brindarles entornos favorables y herramientas idóneas para el desarrollo de sus habilidades y talentos. 

El esfuerzo no es solo de la Administración distrital y la población joven, aquí deben participar todos los actores público–privados de carácter nacional y distrital, mediante un Sistema de Juventud (a propósito de la actualización que se esta haciendo en la ciudad del Decreto 499 de 2011) que anude esta tarea, creando, más allá de lo ya contenido en el Conpes, pactos a mediano y largo plazo que permitan afectar positivamente indicadores de impacto asociados al desarrollo juvenil, así como crear mecanismos-puente con políticas como: Infancia y Adolescencia (que se encuentra en proceso de evaluación), familia, educación, ambiente, inclusión productiva, ciencia y tecnología que permitan pensar en sinergia y  en perspectiva de curso de vida. 

Por otra parte, con la actualización del Sistema Distrital de Juventud y la implementación de las disposiciones del Estatuto de Ciudadanía Juvenil (Ley 1622 de 2013 y la Ley 1885 de 2018), sobre las agendas públicas, los representantes juveniles, previo consenso en Asambleas de Juventud por localidades, podrán discutir, en Comisiones de Concertación y Decisión, como ordena la ley, con alcaldes locales y la Alcaldesa mayor, los temas más importantes para su desarrollo mediante las denominadas Agendas. 

Finalmente, debemos aprovechar la mejor oportunidad que se presenta hoy en el país, y es participar en el proceso de formulación de la Política Nacional que actualmente lidera la Consejería Presidencial para la Juventud -Colombia Joven-, de la cual no conocemos su estado y mucho menos los resultados obtenidos. Pero seguramente, si se trabaja en sinergia, se aprovechan las lecciones ya aprendidas y se cree en el papel de las juventudes como motor de cambio y desarrollo, los resultados serán muy diferentes a los actuales indicadores sobre la juventud.