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Rendición de cuentas 2019
Jorge Iván González

Jorge Iván González

Doctor en Economía, profesor universitario, consultor

Pobreza y pandemia: se perdió la magia de las vecindades


Edición N° 12. Julio-Agosto de 2021. Pensar la Ciudad
Autor: Jorge Iván González | Publicado en July 30, 2021
Imagen articulo Pobreza y pandemia: se perdió la magia de las vecindades

El aumento de la pobreza en las grandes ciudades durante la pandemia se explica porque el confinamiento rompió las interacciones que constituyen la esencia de las dinámicas urbanas.

1.    La pobreza crece

El cuadro 1 muestra la incidencia de la pobreza entre 2012 y 2020. Por causa de la pandemia, entre 2019 y 2020 el aumento fue significativo. Pero aún desde antes de la llegad del Covid, ya era notorio el crecimiento de la pobreza, tanto a nivel nacional, como en Bogotá.

CUADRO 1. Áreas metropolitanas, cabeceras y rural disperso. Incidencia de la pobreza monetaria (%) (2012-2020)

 

2012

2013

2014

2015

2016

2017

2018

2019

2020

Barranquilla A.M.

34,8

32,8

29,9

26,7

26,2

24,8

24,9

25,6

41,2

Bogotá

26,9

24,3

23,3

25,1

25,9

28,4

26,4

27,2

40,1

Bucaramanga A.M.

23,4

22,8

20,0

20,6

25,9

27,5

29,8

31,4

46,1

Cali A.M.

30,5

28,7

26,1

23,6

22,3

22,2

21,6

21,9

36,3

Cartagena

40,9

36,9

34,9

34,9

38,5

35,0

34,9

34,3

47,8

Cúcuta A.M.

35,5

34,5

37,1

37,4

38,2

37,3

41,0

45,5

53,5

Ibagué

32,5

29,6

27,1

27,7

30,6

29,6

29,8

30,9

43,2

Manizales A.M.

26,7

25,1

24,9

22,6

24,2

22,4

20,3

20,6

32,4

Medellín A.M.

28,7

26,0

24,5

23,8

24,2

23,3

23,2

24,4

32,9

Montería

41,7

38,7

25,9

31,4

35,9

32,9

32,6

35,7

46,8

Pasto

50,9

43,9

43,1

40,6

37,1

35,6

40,3

36,5

45,7

Pereira A.M.

33,9

37,1

32,5

30,7

30,2

26,8

27,9

28,7

40,6

Villavicencio

33,2

32,5

29,0

28,8

32,1

30,1

29,8

30,3

43,1

Nacional

40,8

38,3

36,3

36,1

36,2

35,2

34,7

35,7

42,5

Cabeceras

36,0

33,9

31,7

31,6

32,4

31,9

31,4

32,3

42,4

Rural disperso

56,4

52,8

51,5

51,5

48,8

46,2

46,0

47,5

42,9

13 ciudades - AM

30,2

28,0

26,1

26,2

27,0

27,2

26,7

27,6

39,9

Otras cabeceras

44,4

42,5

39,6

39,3

40,3

38,7

38,2

39,1

46,0

Rural disperso incluye centros poblados y rural disperso. El valor de la línea de pobreza depende del dominio, pero a nivel nacional es $331.688 persona mes. Y en Bogotá de $455.030 persona mes. En la zona rural es $199.828 persona mes.
Fuente: Dane.

 

En el país, entre 2018 y 2019, la pobreza pasó de 34,7% a 35,7%. Y en el 2020 aumentó a 42,5%. Ello significa que entre 2019 y 2020 el número de personas pobres subió de 17,4 a 21 millones. En un año el aumento fue de 3,5 millones.

En Bogotá la pobreza aumentó de manera significativa durante el año 2019-2020. La incidencia pasó de 27,2% a 40,1%. Este crecimiento es excepcional. Y la tendencia es similar a la observada en las grandes ciudades. La pobreza también tuvo un crecimiento notorio en Medellín, Cali y Barranquilla.

El deterioro de las condiciones de vida de las ciudades fue de tal magnitud que la brecha rural/urbana se cerró. En el 2020, en las cabeceras, la incidencia de la pobreza fue de 42,4%, y en las zonas rurales de 42,9%. Esta aproximación es una especie de convergencia por lo bajo. Siempre se ha buscado reducir la brecha entre la ciudad y el campo, pero ahora se logró el acercamiento porque las condiciones de vida de las ciudades se deterioraron, y no porque haya mejorado la situación del campo.

La mayora pobreza tiene que ver con la caída del ingreso y ésta se explica por el aumento considerable del desempleo. En Bogotá el desempleo y la caída del ingre-so ha sido más intensa que en el nivel nacional. La situación más crítica se presentó en julio de 2020. En Bogotá la tasa de desempleo fue de 25,1%, y en el país de 21,4%.

2. La ruptura de las vecindades

Una de las razones que explican el crecimiento de la pobreza en las ciudades, sobre todo en las más grandes, es la ruptura que causó la pandemia en las interacciones propias de las aglomeraciones. Se rompió la magia de las vecindades, de la que hablaba Marshall a comienzos del siglo XX. El confinamiento anuló los procesos endógenos que le dan vida a las ciudades. Y al cortar la dinámica de las economías de aglomeración, aumentó el desempleo y cayó el ingreso. La pobreza en el campo no se afectó tanto como en las ciudades, porque en las zonas rurales las vecindades no son tan determinantes.

Los cierres de la economía para evitar el contagio infartaron el corazón de la ciudad. Resquebrajaron la esencia de la vida urbana. En muerte y vida de las grandes ciudades, Jane Jacobs expresa bien la importancia de las interacciones alrededor de un centro que aglutine:

“Cuando el corazón de una urbe se para o se desintegra, el tejido social de la ciudad en su conjunto sufre: las personas que deberían juntarse, mediante actividades centrales que ahora fracasan, no se juntan. Las ideas y el dinero que deberían reunirse y que suelen hacerlo casualmente en su lugar vital central, no se reúnen. Las redes de la vida ciudadana pública desarrollan huecos que no se pueden permitir. Sin un corazón fuerte e inclusivo, la urbe tiende a convertirse en una colección de intereses aislados unos de otros” (p. 198).

En virtud de la magia de las vecindades los rendimientos decrecientes se convierten en crecientes. Tres ingenieros de sistemas en Chapinero diseñan excelentes softwares para panaderos, pero esos mismos ingenieros en el Sillicon Valley pue-den terminar compitiéndole a Google. La relación con personas del mundo entero les permite tener nuevas ideas e imaginar proyectos alternativos.

Es normal que con el paso del tiempo la empresa individual, y aislada, vaya disminuyendo sus rendimientos, pero es posible que por efecto de la aglomeración (vecindad, nuevas vías, mejor capital humano, etc.), la situación cambie, de tal forma que los rendimientos terminen siendo crecientes. Las industrias pueden sufrir una transformación radical gracias a la fuerza de la aglomeración. Las vecindades cambian la lógica productiva de la empresa.

La ciudad no es productiva porque las empresas sean productivas. Las potencialidades económicas de las ciudades no son el resultado de la suma de las empresas. La perspectiva de análisis es completamente distinta. El punto de partida no debe ser lo micro. Las empresas son exitosas porque la aglomeración crea las condiciones propicias para que las firmas puedan mejorar la productividad. La ciudad es la realidad contextual que facilita la consolidación de los procesos industriales.

La pandemia impidió aprovechar la magia de las vecindades, entendida como el misterioso fenómeno que hace juntar a los competidores. Ellos se reúnen en un espacio determinado porque saben que la vecindad mejora la eficiencia de cada uno. La sorpresa de Marshall ante la fuerza creadora de las vecindades sigue sien-do motivo de asombro. Y, de nuevo, Jacobs

“La diversidad de cualquier clase, generada por las ciudades se fundamenta en el hecho de que en éstas hay muchas personas muy juntas, y entre ellas reúnen muchos gustos, conocimientos, necesidades, preferencias, provisiones y comeduras de coco” (p. 179)

3. La necesidad de la regulación

Para salir de la crisis actual se requiere intervención. Es necesario que los gobiernos local y nacional creen las condiciones propicias para que la actividad productiva se reactive.

Aunque los procesos espontáneos de las ciudades favorecen las vecindades, en aglomeraciones complejas es necesario incentivar la producción, y ordenar el suelo y el urbanismo, de tal forma que se logren aprovechar al máximo los rendimientos crecientes. De nuevo, las empresas son productivas y competitivas porque la ciudad les brinda las oportunidades adecuadas.

Los avances en productividad se pueden alcanzar de dos maneras. La perspectiva convencional únicamente considera la situación de la empresa individual. Y, en-tonces, supone que la productividad mejora porque el empresario toma las decisiones acertadas. Este camino es micro y hace énfasis en las decisiones individua-les. El éxito se asocia a la genialidad del empresario.

La otra mirada, desde las economías de aglomeración, consiste en crear las condiciones espaciales, urbanísticas y de capital humano, que permitan transformar los rendimientos decrecientes de un empresario en rendimientos crecientes. El apoyo del Distrito a las empresas debe tener una perspectiva de focalización regional. Es importante que la intervención distrital tenga en cuenta la dimensión espacial. La inversión pública debe tener en cuenta la vocación productiva de la zona.

Un buen diseño de las prioridades permite transformar los rendimientos decrecientes en crecientes. Este proceso es exitoso si se pasa de una lógica individual a una perspectiva en la se reconozca la importancia del contexto. De esta manera se incentivan las economías de aglomeración. El manejo de la espacialidad, a través de instrumentos como el POT, debe contribuir a potenciar al máximo las bondades intrínsecas de las vecindades.