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Rendición de cuentas 2019
Jorge Iván González

Jorge Iván González

Doctor en Economía, profesor universitario, consultor

Deuda y reactivación económica


Edición Nº 5. Octubre de 2020. Pensar la Ciudad
Autor: Jorge Iván González | Publicado en October 15, 2020
Imagen articulo Deuda y reactivación económica

1.    La deuda es el motor verdadero de la reactivación

El Concejo de Bogotá está discutiendo el cupo de endeudamiento solicitado por la administración, que se acerca a los 10,8 billones de pesos. Entre los proyectos que se van a financiar se destacan: un tramo de la Avenida Circunvalar de Oriente; la terminación de una nueva sede de la Universidad Distrital en Kennedy; financiación del monumento a la Paz y la Reconciliación; doce (12) colegios nuevos; dotación para seguridad; extensión de la Troncal Caracas Tramo 1 de Molinos a Portal Usme; Cable de San Cristóbal; subsidios de vivienda; Centro de Atención y Valoración de Fauna y Flora Silvestre; reserva de dineros para adquirir vacunas del Covid-19.

Además, el Concejo está discutiendo el plan de reactivación económica y formaliza-ción empresarial. En la propuesta se conjugan alivios tributarios con el incremento de algunas tarifas. Igualmente se diseña una senda que podría ayudar a la formalización de las empresas.

Por su monto y por las obras programadas, el endeudamiento será el verdadero motor de la reactivación de la ciudad.

2.    La dinámica del PIB

No hay duda de que el PIB de la ciudad caerá en el 2020. El problema es que nadie puede saber cuánto será la disminución de la actividad productiva. Aunque con cierto escepticismo frente a las proyecciones del gobierno nacional, Bogotá las ha toma-do como punto de referencia. Según el Ministerio de Hacienda, en el 2020 el PIB nacional disminuirá -5,5%. Y en 2021 se observaría una recuperación del 6,6%. Otras entidades (FMI, Ocde, Goldman Sachs, Banco Mundial, Hsbc, Credit Suisse, Moody, Barclay, Bbva, Fitch, Standard & Poor’s, Citigroup) también han hecho sus proyecciones. El promedio de estas estimaciones indicaría que en el 2020 la caída del PIB será de -6% en el 2020, y la recuperación en el 2021 se reflejaría en un aumento del PIB de 4,6%. Aunque estas proyecciones son más pesimistas que las del Ministerio de Hacienda, en todos los casos se anticipa un comportamiento en V, así que después de la caída del 2020, vendría una recuperación rápida que se manifestará en el 2021. Se supone que la economía se comporta como una pelota que después de ser lanzada al piso, rebota de manera inmediata.

Históricamente el PIB de Bogotá sigue un camino muy similar al PIB nacional. Ante lo cual resulta inevitable preguntarse si los cálculos que ha hecho el Ministerio de Hacienda se deben utilizar para estimar la dinámica de la economía de la ciudad. A pesar de que las proyecciones siempre resultan equivocadas, los economistas insisten en hacerlas. El año pasado el Ministerio de Hacienda estimó que en el 2020 el PIB de Colombia crecería 4%. El error de este cálculo es notorio. Ninguna proyección puede prever los hechos inciertos, que abundan por doquier. Ahora, en el 2020, se puso en evidencia el enorme sesgo de la predicción que se hizo en el 2019. Las proyecciones siempre han sido, y continuarán siendo, equivocadas. Es interesante constatar que, a pesar de la evidencia de estos errores, la disciplina económica insiste en hacer proyecciones. Y la sociedad les exige a los economistas que actúen como brujos. Nadie admite que el Ministro de Hacienda diga “yo no sé qué va a pasar”. A este este personaje, que exhibe dotes sacerdotales, se le pide insistentemente que informe sobre los mensajes misteriosos del oráculo.

3.    Criterios que deben guiar la reactivación

Bogotá debe evitar la tentación de seguir la proyección del gobierno nacional. Los centros especializados cambian sus predicciones cada semana y, de todas maneras, se van a equivocar. En lugar de jugar a la brujería, los planes de financiación de la ciudad deben partir de los principios siguientes:

i) Darle prioridad al endeudamiento sobre las otras medidas del plan de reactivación. Está bien que Bogotá recurra el crédito. El monto solicitado es significativo y, sin du-da, las obras planeadas contribuirán de manera importante a la recuperación eco-nómica de la ciudad. De una forma más clara y contundente que el gobierno nacional, la ciudad ha reconocido las bondades de la reactivación de corte keynesiano. Las finanzas de Bogotá han sido sanas y llegó el momento de aprovechar el amplio mar-gen de endeudamiento que tiene la ciudad.

ii) En el futuro la financiación tiene que estar más anclada en las rentas urbanas. Como sucede con las grandes ciudades del país, las dos principales fuentes de financiación han sido el ICA y el predial. En el reciente informe de la comisión que estudió el sistema tributario territorial, se propone, con razón, modificar la estructura del ICA. Pero yendo más lejos, Bogotá tiene que utilizar con mayor decisión los instrumentos financieros que permiten aprovechar las rentas urbanas (participaciones en plusvalías, derechos de edificabilidad, diferentes modalidades del balance entre car-gas y beneficios, valorización, para citar los más importantes). En fin, se trata de aprovechar al máximo los mecanismos ofrecidos por la Ley 388 de 1997. Es una lástima que la comisión que examinó el sistema tributario no le haya prestado ninguna atención a las potencialidades de las rentas urbanas.

iii) El PIB caerá en el 2020 y es imposible saber cuánto. En lugar de pretender adivinar el porcentaje de caída del PIB, basta con reconocer que disminuirá, y que tendrá un impacto negativo en las finanzas del Distrito, en el ingreso de los hogares, y en la calidad de vida de las personas. Estos hechos son más que suficientes para tomar decisiones de política pública.

iv) Es muy probable que la recuperación no sea en V. El proceso puede ser más lento. Bogotá no debería aceptar el optimismo del gobierno nacional. El daño que la pandemia le ha causado a la economía es de naturaleza estructural; los procesos de recuperación son complejos; y, de todas maneras, no se puede aspirar a que la actividad económica vuelva a la senda que tenía anteriormente.

Se espera que el país y, sobre todo, Bogotá vaya consolidando procesos económicos más favorable a la conservación ambiental. Los mensajes de ONU Hábitat sobre la sostenibilidad urbana se deben aceptar. Es el momento de aprovechar el impacto de la pandemia para modificar el estilo de desarrollo. Las energías alternativas (paneles solares, carros eléctricos…) deben ser una prioridad, y la transformación de la matriz energética toma tiempo. El crecimiento verde no se logra de un momento a otro. Además, requiere una clara decisión política.

v) La ejecución de las obras se debe jerarquizar en función de las posibilidades de generar empleo en el corto plazo. Para que la reactivación sea inmediata, la priorización de las obras debe hacerse en función de su capacidad de crear empleo de mane-ra inmediata. 

vi) Ya no es momento para darle subsidios directo a las empresas. En las circunstancias actuales el dinero se debe orientar hacia obra pública. La recuperación tiene que centrar la atención en la demanda y no en la oferta. La entrega de subsidios a las empresas dispersa los recursos y ahoga los impactos multiplicadores de la inversión pública.

La Asociación Nacional de Industriales (Andi) ha pedido que el Banco de la República le preste al gobierno entre 30 y 50 billones de pesos, con el propósito de subsidiar a las empresas. Esta estrategia es incorrecta. El préstamo sí es conveniente, pero para hacer obra pública. Si el Banco de la República realiza la operación solicitada por la Andi, Bogotá se podría beneficiar de una parte de estos recursos.