Carolina Chica Builes
Docente Universidad Externado de Colombia
Miembro Asociación Red de Iniciativas para la Gobernabilidad, la Democracia y el Desarrollo Territorial
El conocimiento y las innovaciones organizativas para la generación de valor desde la ciudad
Edición N° 8. Febrero 2021. Pensar la Ciudad
El próximo 11 de marzo se cumple un año desde que la OMS anunció que el Covid-19 podría clasificarse como una pandemia. Desde entonces hemos sido testigos de la ocurrencia global de una cadena de situaciones inimaginables, entre ellas, declaratorias de estados de emergencia, adopción de medidas de confinamiento, cierres de comercio, alarmismo, negacionismo, todo ello acompañado por el cubrimiento mediático (en algunos casos riguroso, en otros desafortunado) del reporte de contagios y muertes que primero se vieron a miles de kilómetros de distancia, pero que poco a poco se fueron acercando hasta tocar nuestra puerta. Mascarillas de protección y letreros de “se vende” o “se arrienda” hicieron parte del nuevo paisaje urbano y dieron cuenta de que la enfermedad no sólo era un problema de salud física sino también económica y social al que sólo se le puede hacer frente mediante dos viejas, pero desaprovechadas, estrategias colectivas: cooperación e innovación.
En la década de los noventa los profesores Henry Etzkowitz y Loet Leydesdorff desarrollaron el Modelo de la Triple Hélice para explicar los procesos de innovación colaborativa que surgen de la interacción y comunicación entre tres instituciones centrales: la academia, las empresas y el Estado. De acuerdo con los autores, el intercambio de información y de conocimiento codificado entre dichas esferas conduce a la dinamización de las economías basadas en el conocimiento, cuyas funciones son: la generación de riqueza económica, la producción de innovación basada en el conocimiento, y el control normativo (Etzkowitz & Leydesdorff, 2000).
El modelo sugiere cuatro etapas en el funcionamiento de la triple hélice: i) cada una de las hélices asume nuevas funciones, más allá de su rol tradicional en la sociedad; ii) las hélices comienzan a influenciarse entre sí; iii) se generan alianzas y dinámicas de cooperación trilaterales; y iv) se genera una influencia de gran escala entre la Triple Hélice y la sociedad (Solesvik, 2017, p. 8). En este modelo los mecanismos de comunicación y codificación de la información son tan importantes como las innovaciones físicas en sí mismas, por cuanto el intercambio es el factor que determina las transformaciones al interior de cada hélice y define las exigencias y límites entre las mismas para el logro de sus funciones sociales y económicas. Como lo sintetiza Rubén Cuñat (2014), la interdependencia e interacción entre la academia, las empresas y el Estado son el origen de innovaciones organizativas y de nuevos acuerdos sociales que permiten dinamizar la formación de capital en una sociedad.
El modelo de la Triple Hélice ha estado detrás de las exitosas estrategias de innovación de los países escandinavos. Según el ranking de innovación europea del 2020 (European Innovation Scoreboard) tres de los cuatro países escandinavos (Suecia, Finlandia y Dinamarca) ocupan los tres primeros lugares de la medición, ubicándose en la categoría de “líderes de innovación” entre los 27 estados de la Unión Europea. Debido a la concentración de centros educativos y de actividad empresarial, este modelo se ha desarrollado con especial vitalidad en economías de base regional que tienen lugar en entornos metropolitanos. Tal es el caso de Suecia y de la región extendida de Estocolmo quienes fueron pioneros en su implementación.
En 1990 las tres universidades más grandes de la capital sueca (el Instituto Karolinska, el Instituto Real de Tecnología KTH, y la Universidad de Estocolmo) en cooperación con las industrias y el gobierno local, crearon la Fundación Ciudad de la Ciencia de Estocolmo (SSCI por sus siglas en inglés) con el propósito de implementar diferentes programas de innovación tales como el Powerhouse Life Science, el laboratorio de ciencia para la vida y el programa de comercialización para la región (Solesvik, 2017, p. 13). En el sector de las TIC empresas como Ericsson, IBM y Packetfont en coordinación con la KTH y el gobierno local, dieron vida a la Fundación Electrum que trabaja en torno a las áreas de innovación, desarrollo empresarial, desarrollo de competencias, marketing, investigación y educación (Solesvik, 2017, p. 13). Este modelo también ha permeado a la industria militar con importantes desarrollos para el sector aeronáutico que son financiados por aportes privados y públicos. Grandes empresas como SAAB seleccionan empleados que son vinculados a las universidades locales para desarrollo de investigaciones que buscan atender las demandas de conocimiento en la materia tanto de la industria como del Estado.
Esta visión de la innovación invita a reflexionar sobre el rol de la academia en la transformación del aparato económico de la principal concentración poblacional de Colombia. Bogotá concentra el 36% de las Instituciones de Educación Superior de Colombia, así como el 29% de las empresas del país (CCB - Observatorio de Economía, 2020). No obstante, la ciudad carece de programas de innovación, financiera e institucionalmente robustos, que permitan obtener un mayor provecho de estas potencialidades y que involucren de manera decidida a la academia como actor de transformación económica y productiva. Pensar la universidad desde su función de la formación sin considerar su relevancia en la innovación y el emprendimiento significa limitar el real alcance que tiene. En palabras de Rubén Cuñat “para innovar es necesario crear, aplicar y difundir conocimientos, pero éstos por si mismos no tienen valor económico, es necesario llevarlos a la práctica con el objetivo de crear valor y contribuir a la mejora y crecimiento tanto social como económico y del entorno” (Cuñat G., 2014, p. 185).
El modelo de la Triple Hélice se encuentra próximo a cumplir 30 años y para muchas personas sus postulados pueden parecer manidos (aun cuando sigue siendo el instrumento vigente de quienes puntean la carrera). Pese a ello, en nuestras latitudes no logra superarse la marcada división entre la academia, la empresa y el gobierno que termina por ralentizar las transformaciones deseadas y necesarias de cualquier sociedad y que, a su vez, suscita múltiples interrogantes frente a la capacidad y la voluntad de construir nuevas formas de colaboración organizativa. Para el caso específico de Bogotá: ¿existe una estrategia de financiación público-privada para el desarrollo de tecnologías al servicio de su agenda de sostenibilidad?, ¿por qué se adolece de una agencia de innovación al estilo VINNOVA (Suecia) en escala distrital?, ¿cuál es la apuesta de innovación de ciudad concertada entre las tres esferas para la próxima década?, ¿cuál es la disponibilidad de laboratorios de materiales en la red de universidades de la ciudad dedicadas al mejoramiento de intervenciones urbanas? ¿existe un mecanismo público-privado de incentivos para promover investigación en las áreas de conocimiento que requiere la ciudad? ¿debería replantearse diseño de una entidad como Invest in Bogotá con el fin de mejorar su articulación entre universidad y emprendimiento? ¿por qué Probogotá no logra consolidarse como un canal funcional de comunicación intersectorial y generación de consensos sobre los problemas de ciudad?
La agenda de la Bogotá contemporánea incluye temas como la construcción sostenible; la diversificación de fuentes de energía; el desarrollo de tecnologías para la reducción y el tratamiento de desperdicios; el control del ruido y de las emisiones; el uso de big data para la toma de decisiones públicas; el diseño de soluciones tecnológicas en el marco de las ciudades inteligentes (e.g. gestión del tráfico y control epidemiológico); y, la investigación social para orientar tanto los criterios como las herramientas de focalización del gasto público, entre muchos otros. El correcto abordaje de estos aspectos demanda una verdadera transformación de los roles tradicionales de cada una de las esferas de nuestra triple hélice. Se requiere de una administración pública comprometida con la investigación y el emprendimiento; una universidad responsable de la generación conocimiento aplicado y un sector privado sensible frente a la agenda de desarrollo justo y sostenible. Este cambio no da espera y pone a prueba nuestra capacidad de innovación organizativa para hacer de la ciudad una fuente de generación de valor.
Bibliografía
Abd Razak, Azley & White, Gareth. (2015). The Triple Helix model for innovation: A holistic exploration of barriers and enablers. International Journal of Business Performance and Supply Chain Modelling. 7. 278-291. 10.1504/IJBPSCM.2015.071600.
Cuñat G., Rubén J. (2014). “Cooperación entre la Administración Pública, la Universidad y las empresas de Inserción como vehículo para la creación de empleo continuo y sostenible”, en: Perfil de Coyuntura Económica, No. 23, julio, pp. 177-194, Universidad de Antioquia.
Leydesdorff, Loet & Etzkowitz, Henry. (1998). Triple Helix of innovation: Introduction. Science and Public Policy. 25. 358-364.
Solesvik, Marina Z. (2017). “The Triple Helix Model for regional development and innovation: context of Nordic countries”, in: Forum Scientiae Oeconomia, Volume 5 (2017), No. 4, Nord University Business School, Norway.