José Daniel López
Representante a la Cámara por Bogotá. Twitter: @lopezjosedaniel. Sitio web: http://www.josedaniel.co
El San Juan de Dios y una vieja costumbre bogotana
Edición Nº 5. Octubre de 2020. Pensar la Ciudad
Los bogotanos debiéramos firmar una especie de cláusula fundacional: no postergar los proyectos centrales de la ciudad, para sumergirnos en pulsos políticos interminables. Si esta fuera la regla de conducta, hoy tendríamos varias líneas de Metro, Avenida Longitudinal de Occidente y una integración mucho más avanzada con nuestra región vecina.
Ojalá el complejo Hospitalario San Juan de Dios no sea una nueva víctima de esa vieja costumbre de debatir mucho y avanzar poco. Este tema es de la mayor trascendencia para la salud y la educación superior de los bogotanos y por esa razón me di a la tarea de convocar un grupo de expertos, líderes cívicos y dirigentes políticos de la mayor diversidad, para formarnos una opinión completa sobre el tema y formularle a la ciudadanía y la administración algunas recomendaciones para el futuro. Ellas son:
1. El nuevo San Juan de Dios debe ser un proyecto 100% público y de vocación universitaria, como lo era en el pasado. Esto significa que su aporte a la ciudad debe trascender de lejos lo hospitalario, convirtiéndose en un gran centro teórico-práctico para la formación de miles de estudiantes de universidades públicas de diversos programas.
2. El tema San Juan de Dios va mucho más allá que la discusión sobre el futuro de su torre central, motivo de agrias controversias recientes. El complejo hospitalario no es un edificio, sino un conjunto de 24 construcciones y espacios públicos de enorme valor patrimonial e histórico, cuya recuperación está determinada en detalle por el Plan Especial de Manejo y Protección, formulado por la Universidad Nacional y aprobado por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural en 2016. Ya hay una ruta de recuperación trazada, la cual debe implementarse a la mayor brevedad.
3. El funcionamiento de un hospital moderno en las actuales instalaciones de la Torre Central del San Juan de Dios (construida durante la década del 50’ del siglo XX) desafortunadamente no es viable. Esto se explica por el avanzado deterioro de la edificación, fruto de largos años de abandono, así como por las carácterísticas de su estructura constructiva (por ejemplo, de la altura de cada uno de sus pisos). Por tal razón, esta comisión de estudio concluyó que sería equivocado renunciar a la aspiración de un hospital de alta complejidad en estos terrenos, so pretexto de encuadrar uno de menores especificaciones en la edificación actual.
4. El complejo hospitalario San Juan de Dios debe volver a ser el principal centro de investigación científica del país. Allí funcionó la primera escuela médica (1802) y se desarrollaron las principales especialidades médicas a lo largo del siglo XX. Se hizo la primera sutura cardiaca, el primer trasplante renal, las primeras reimplantaciones de extremidades, las primeras unidades de cuidados intensivos y de enfermedades tropicales, la descripción del Síndrome de Hakim, el desarrollo de la Bolsa de Borráez, la puesta en marcha del programa “Madre Canguro” y la creación de vacunas sintéticas o por síntesis química, entre otros hitos de la medicina colombiana e internacional.
5. El Gobierno nacional debe asumir una responsabilidad mucho mayor en la financiación de la recuperación del San Juan de Dios. No solamente por justicia fiscal con Bogotá, sino porque así se lo ordena la Ley 735 de 2002. Hasta ahora, los aportes de la Nación a este propósito han sido mínimos.
El futuro del San Juan de Dios debe decidirse con grandeza y sentido práctico. Debemos pasar de la situación actual, consistente en el prolongado abandono de este complejo hospitalario, a la rápida concreción de un gran hospital universitario que ofrezca soluciones de salud de alta complejidad a los habitantes de Bogotá y los municipios vecinos y, al mismo tiempo, sirva como escenario de formación en pregrado y postgrado. Para tal fin, es fundamental poner la salud pública en el centro de la discusión, acompañada de la necesidad de conservar y restaurar los principales activos patrimoniales e históricos del lugar.
Dilatar indefinidamente el desarrollo del nuevo San Juan de Dios en razón a la controversia política actual sería un grave error. Significaría que no aprendimos nada de las pasadas equivocaciones de la ciudad. Y, también, que no entendimos algo que la pandemia nos enseñó: tener suficiente capacidad instalada en materia de salud pública sencillamente no da espera.