Jorge Iván González
Doctor en Economía, profesor universitario, consultor
Enfoque poblacional y política pública
Edición N° 9. Abril de 2021. Pensar la Ciudad
Niveles de aproximación a la población
El análisis de la población se puede hacer a dos niveles. El primero es el demográfico en el sentido clásico. Y el segundo es el diferencial. En Colombia se ha cometido el error de darle prioridad al segundo. La jerarquía debería ser al revés.
Una de las expresiones de la poca relevancia que tiene el enfoque demográfico ha sido el des-cuido por los censos de población y vivienda. Los dos últimos censos, 2005 y 2018, han tenido grandes limitaciones logísticas. Y una de las razones ha sido la falta de presupuesto. Para el gobierno los censos no han sido un instrumento relevante. No les ha prestado atención, y no se ha preocupado por mantener la periodicidad decenal.
Los censos del sector agropecuario han sido más escasos e irregulares. El último fue en el 2014, pero no se hacía censo desde 1970. Esta diferencia de casi 45 años es la mejor expresión de una desidia que tiene una clara explicación política. Los grandes terratenientes no están interesados en que se conozca lo que está pasando en el sector rural. Y esta es la misma razón que ha obstaculizado el avance del catastro multipropósito. De acuerdo con el censo agropecuario del 2014, la concentración de la propiedad rural es escandalosa, con un Gini de 0,93.
La demografía y la política pública
Las reflexiones de política pública deberían comenzar con un examen de la forma como se están llevando a cabo los asentamientos humanos en el territorio. Este insumo básico ha estado ausente en los planes de desarrollo nacionales y distritales. El ordenamiento del territorio es inseparable de las decisiones sobre la ubicación de las personas en el espacio. En ningún lado se discute el futuro demográfico de Bogotá y los municipios cercano. Desde la perspectiva del gobierno nacional, no se observa ninguna preocupación por regular el crecimiento de la población en determinadas áreas metropolitanas. Han quedado atrás los debates sobre la conveniencia de estimular las ciudades intermedias, y reducir la carga población de Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla.
Los crecimientos poblacionales de las ciudades se están llevando a cabo de manera espontánea, sin que existan diseños articulados. A duras penas, en los planes de ordenamiento territorial se le da importancia a la demografía. Pero las proyecciones sobre crecimiento y densificación son muy aproximadas, ya que los dos últimos censos tienen limitaciones significativas. Las estimaciones de población a 10 o 20 años se realizan sobre bases muy frágiles.
El estudio del Sistema de Ciudades hizo proyecciones de población que, en el caso de Bogotá, ponen en evidencia el mayor dinamismo de los municipios vecinos. Entre el 2010 y el 2035 la población de Bogotá podría crecer al 1,09% año, mientras que la de los municipios vecinos lo haría al 2,14%. Aunque estas tendencias se deben revisar, ya que ahora se dispone de la información del Censo del 2018, es importante destacar la importancia de los procesos poblacionales. Y, sobre todo, se deben contemplar los diversos flujos, como los migratorios y laborales.
El estudio del Sistema de Ciudades destaca los flujos del mercado laboral al interior de las aglomeraciones. Sería importante que las conmutaciones de la fuerza de trabajo se analizaran de manera regular, y que se contara con la información necesaria para hacerlo. En los diagnósticos del mercado laboral, tal y como los presenta el Dane, se le da prelación a los stocks, y no al flujo. Es conveniente ir consolidando la información sobre flujos.
Los movimientos de la población entre ciudades son uno de los elementos constitutivos de la economía urbana que, además de las densidades, también incluye el ingreso y las distancias. La combinación de estas tres dimensiones permite avanzar en la comprensión de las dinámicas de las aglomeraciones. En la decisión de ubicarse en determinada ciudad, tanto las empresas, como los individuos, ponderan el ingreso esperado, y lo comparan con los costos. Si el balance es positivo hay migración.
En cualquiera de estos ejercicios analíticos, la información sobre población es determinante. Y, desgraciadamente, no se cuenta con ella de manera oportuna.
Los enfoques diferenciales
Los enfoques diferenciales han ido ganando relevancia en las discusiones de política pública. Las encuestas han mejorado, y la preocupación por conocer la situación de los distintos grupos de la población ha ido en aumento. Es notorio, por ejemplo, el avance que se ha logrado en la diferenciación hombre/mujer. Ya es posible conocer su situación específica en términos de salarios, tasas de desempleo, niveles educativos, etc. Gracias a que la información se ha cualificado, es posible hacerle un seguimiento a la brecha hombre/mujer a lo largo del tiempo.
Otras poblaciones son más difíciles de caracterizar. El Dane siempre ha tenido problemas para determinar el número y las condiciones de la población afro. La respuesta a cualquier indagación sobre sobre la identidad racial depende, en gran medida, de la auto percepción del informante. La visibilidad estadística de la población afrodescendiente sigue siendo un enorme reto metodológico.
Hay poblaciones que son especialmente volátiles desde el punto de vista de la medición. Las diversidades sexuales no se captan a través de las encuestas de hogares. De la misma manera, en la muestra difícilmente entra un desplazado, o un venezolano. Para captar la situación de es-tos grupos es necesario hacer estudios específicos.
Y con respecto a la clasificación etaria también se presentan numerosas dificultades. En cualquier encuesta de hogares es posible agrupar la población por edades, pero en la muestra estos sub-grupos son tan pequeños, que las conclusiones que se pudieran sacar sobre sus condiciones socioeconómicas no son representativas.
En los censos de población, los indígenas se logran caracterizar bastante bien, porque reconocen su identidad, y porque se ha ido desarrollando un módulo especial para captar particularidades, como las de la vivienda.
Rescatando las jerarquías
Se ha cometido el error de darle mayor relevancia a la clasificación diferencial de las llamadas poblaciones, y se han dejado de lado dos aspectos que son fundamentales. El primero es la recuperación de la demografía básica, y el segundo, la conveniencia de reconocer que la identificación de las necesidades básicas precede a cualquier categorización poblacional.
La demografía debe tener la mayor jerarquía. En contra de este postulado básico, en los planes de desarrollo (nacional y distrital) abundan las páginas sobre los programas que podrían atender las demandas de comunidades específicas, sin que haya reflexiones sistemáticas sobre el tamaño y los movimientos del conjunto de la población. La planeación de los asentamientos humanos en el territorio debería marcar las decisiones centrales de la política pública. Y desde la demografía es necesario que haya articulación entre los gobiernos nacional y distrital.
La segunda jerarquía tiene que ver con las necesidades básicas. Antes de diferenciar entre poblaciones la política pública tiene que indagar por los mecanismos que permitan luchar contra la pobreza, la desigualdad, la inasistencia escolar, etc. El mejoramiento de las condiciones de vida es un propósito general, más allá de la diferencia entre poblaciones.
Estos días que está sobre el tapete la discusión sobre renta básica, se tiene como centro de atención a los hogares más vulnerables, independientemente de cualquier otra connotación poblacional. La lucha contra la pobreza es un objetivo que se antepone a cualquier consideración de tipo poblacional. La reflexión es similar cuando se tiene en la mira la solución de cualquier necesidad básica, como la cobertura y la calidad educativa. El centro de atención es el niño y su familia. Y en este primer momento no interesa si hace parte de una comunidad afro o indígena.
La secuencia jerárquica sería, entonces: demografía global, atención a las necesidades básicas y, en tercer lugar, la diferenciación entre poblaciones. El Plan Nacional de Desarrollo, Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad, es un buen ejemplo de consecuencias negativas que se siguen de la inversión de las jerarquías mencionadas. La prioridad que se le da a los pactos con distintos tipos de poblaciones, no se enmarca en un enfoque demográfico global.