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Rendición de cuentas 2019
Viviana Barberena Nisimblat

Viviana Barberena Nisimblat

Abogada de la U. Externado, maestría en administración Pública de la Escuela Superior de Administración Pública en Alemania, Directora Ejecutiva de Corpovisionarios

¿Es la pandemia una oportunidad para el buen gobierno o todo lo contrario?


Edición Nº 4. Septiembre de 2020. Pensar la Ciudad
Autor: Viviana Barberena Nisimblat | Publicado en September 06, 2020
Imagen articulo ¿Es la pandemia una oportunidad para el buen gobierno o todo lo contrario?

Es difícil predecir cómo saldrán los gobiernos de esta pandemia. Y cuando se habla de gobiernos no se alude solamente al nivel nacional, también y muy directamente a los niveles territoriales. En ese sentido, las dos concepciones fundamentales que han hecho explícito su enfrentamiento en el país han sido la expresada por el Presidente de la República, y la liderada por la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. En lo que sigue, se tratará de hacer un análisis que ayude a entender este asunto, con la claridad de que es una coyuntura desconocida y sin antecedentes en el mundo.(1) 

La mirada de un país como Colombia, que lleva 30 años en la consolidación del proceso de descentralización, muestra que todavía falta camino para dar cumplimiento al artículo 1° de la Constitución Nacional, de ser un país unitario, descentralizado y con autonomía de sus entidades territoriales.  Sin embargo, los principios de complementariedad, subsidiariedad, concurrencia y coordinación aparecen como pilares fundamentales para el camino a seguir. 

En el caso colombiano, a pesar de las circunstancias tan difíciles, en términos generales se han reconocido los esfuerzos realizados y la necesidad clara del liderazgo gubernamental. En pocos momentos de la historia, la sociedad colombiana ha pedido con tan alto grado de consenso y acatamiento, que se tomen las medidas necesarias para actuar frente a la pandemia del Covid19. Incluso, frente al confinamiento hubo aceptación de buena parte de la sociedad y con ella la importancia implícita y explícita de cuál nivel de gobierno fue el que tomó las medidas pertinentes. En todo caso, como resultado de esas actuaciones, se puede decir que al país le ha ido mejor que a otros de la región, por lo menos en salvar vidas y evitar el colapso del sistema de salud.

Han aflorado en la pandemia problemas estructurales que permanecieron por mucho tiempo bajo la alfombra, los cuales tenían un costo tan alto que nadie quería asumir o que no se conocían de manera tan clara como se mostraron ahora. El devenir ha puesto en evidencia la clara tensión entre qué tanto peso le corresponde al gobierno nacional y qué tanto a los gobiernos territoriales. Las medidas de unos y otros revelan el lente y la dimensión de sus angustias.(2)  

Para los mandatarios territoriales, resolver el asunto de la salud y garantizar el adecuado funcionamiento del sistema para evitar el colapso, ha sido lo más apremiante por la altísima responsabilidad que para ellos implica. Sin embargo, la disputa permanente entre “abrir la economía o cerrarla”, ha sido el asunto de mayor interés para el Gobierno Nacional. De igual manera, se pueden mencionar temas como los subsidios y las ayudas económicas, la responsabilidad en la dotación de las UCI, las cuarentenas, el límite de usuarios en el transporte público, que se han vuelto motivos de conflicto entre el Gobierno central y la mandataria de la capital. 

Estas decisiones, vitales para un gobernante territorial, se ven de manera más distante por el gobierno nacional, tal vez porque sobre éste se ejerce la gran presión económica de evitar el desplome de los negocios y la pérdida de empleos. Aunque al final, la afectación es para todos. Pero no sólo es eso lo que está en juego. Es evidente, que en el fondo subyace el pulso político de personalidades diametralmente opuestas, con miradas muy diferentes en su concepción política y criterios de gobierno. En este contexto, en Colombia emergen maneras, concepciones, y estilos de gobierno que marcan profundas diferencias; pero al mismo tiempo, la crisis es de tal magnitud que se impone la sensatez para aliviar las cargas y seguir el camino. 

Preguntarse cómo les ha ido ante la opinión, también da cuenta de ese enfrentamiento. En las encuestas a Claudia le va mucho mejor que al Presidente Duque, pero a él, el manejo de la pandemia le ha mejorado la percepción frente a la ciudadanía, que venía muy baja previamente.(3) 

La agenda política que puso Bogotá sobre la mesa, ha definido en buena parte el pulso Nación - territorios. Y curiosamente, también ha puesto en evidencia que Bogotá, la ciudad con mayor fortaleza institucional, financiera y social, necesita de la Nación mucho más de lo que cualquier desprevenido analista podría suponer. 

Bogotá al inicio de la pandemia tomó la delantera, mientras al otro lado se veía un gobierno falto de iniciativa cuando la ciudadanía esperaba protección, marcó el camino en asuntos como el porcentaje límite de usuarios del transporte público, que la mandataria logró que se convirtiera en norma nacional; o el límite de ocupación de UCI’s para declarar la alerta naranja o roja según fuera el caso. Resulta curioso que Bogotá no fue la única en tomar medidas drásticas; en muchas regiones del país las medidas fueron mucho más restrictivas, incluso toques de queda.  Sin embargo, quedó en el imaginario que el único enfrentamiento entre niveles de gobierno fue entre Claudia y el presidente Duque. 

Un análisis detallado muestra que en general los gobiernos territoriales tomaron medidas muy similares y Bogotá no fue la excepción. Para la Nación no tener que atender las demandas de la capital en cabeza de una alcaldesa de mano firme y exigente, habría permitido tomar decisiones con menores costos políticos y concentrado en regiones donde su ayuda seguramente se valora más.(4)  

La encrucijada más dura ha sido tal vez la dicotomía entre salvar vidas y salvar la economía. Esta será de más largo aliento y es una pregunta para la humanidad en su conjunto. Todavía es muy temprano para saber quién tiene la razón. Pero las repentinas medidas tomadas por la Alcaldesa, de levantar la cuarentena antes de lo previsto, son una muestra de que a lo mejor se trata de una falsa dicotomía.

Es evidente que mover la economía resulta inaplazable y que las cuarentenas en Bogotá comenzaron con un carácter pedagógico, pero disminuyeron la confianza de la ciudadanía, porque cinco meses después a Bogotá le ha ido relativamente igual que a otras grandes ciudades. Sus índices de contagio no la convirtieron en un modelo, pero la ciudadanía en general sintió que tenía timonel para llegar a buen puerto y depositó toda su confianza en la Alcaldesa. Se logró que la ciudad no colapsara a pesar de los riesgos enormes que enfrentaba por el nivel de densidad poblacional, informalidad y número de habitantes frente a otras ciudades del país. Se sintió, en buena medida, que había una lideresa al frente de la situación. 

Bogotá tiene mejor punto de partida, pero necesita de la Nación. Las quejas del centralismo se multiplican y se reclama mayor autonomía como corresponde al orden constitucional y a la sólida posición de la Capital.  La Nación por su parte, reivindica sus competencias como cabeza del Estado, pero ante presiones que no logra complacer, se ha desprendido de su tarea para que el gobierno territorial pague el costo político de convertirse, como en la película clásica de James Bond, en el satánico doctor NO.

De esa tensión, a pesar de lo que a veces percibimos los ciudadanos, ha resultado la buena mezcla que hacía falta para que el artículo primero de la Constitución se expresara. Aunque todavía es muy temprano para dar una respuesta definitiva, el debate planteado por los dos gobiernos, sí ha constituido una oportunidad para el buen gobierno que se ha traducido en respuestas apropiadas a la solución de esta pandemia a pesar de las disputas en los micrófonos de los medios.  Por eso es tan importante el equilibrio de poderes entre ramas del poder público y entre los niveles territoriales.

Colofón-Acertijo

¿Cómo hubiera sido el resultado de todo si tuviéramos a Claudia López de Presidente y a Iván Duque de Alcalde Mayor de Bogotá?

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(1) ¿Por qué fracasan los países? Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Daron Acemoglu, James A. Robinson. Ediciones Deusto, Grupo Planeta Barcelona-España, 2012. La pertinencia de este texto tiene que ver con el análisis que hacen los autores para explicar de cómo se determinan y cambian las instituciones con el tiempo.

(2) De esta tensión no se escaparon ni los países federales de larga tradición como Estados Unidos. Ver, https://elpais.com/sociedad/2020-04-14/el-coronavirus-abre-un-frente-entre-trump-y-el-poder-de-los-estados.html

(3) Ver los resultados: https://www.youtube.com/watch?v=uWJ_oivXW1Y. https://www.youtube.com/watch?v=RFpJuWTKek0. Aquí se muestran solo dos resultados, pero la gran mayoría de las encuestas van en ese sentido. 

(4) Ver, https://id.presidencia.gov.co/Paginas/prensa/2020/Gobierno-Nacional-destinara-14-coma-8-billones-de-pesos-para-atender-emergencia-por-coronavirus-en-Colombia-200318.aspx