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Ómer Calderón

Ómer Calderón

Doctor en  Educación.
Profesor Asociado 
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
 

La Asamblea Universitaria: desafíos a la imaginación


Edición N° 8. Febrero 2021. Pensar la Ciudad
Autor: Ómer Calderón | Publicado en March 01, 2021
Imagen articulo La Asamblea Universitaria: desafíos a la imaginación

Así como Francisco José de Caldas simboliza la proyección política del conocimiento científico, de igual manera la Universidad Distrital está abocada a una renovación de su horizonte académico, armonizado con transformaciones en su modo de funcionamiento. Este es el desafío que está en las lentes de la Asamblea Universitaria; esa encarnación de la autonomía universitaria.

La Asamblea Universitaria es en sí misma expresión de la tensión entre la perspectiva de crecimiento de la universidad y su organización interna. La primera está instituida en la razón, y la segunda en la coherencia de medios y fines. 

Como señal de las fuerzas subterráneas de cambio, la Asamblea surgió luego de varios lustros de búsqueda de una reforma holística de la estructura y el funcionamiento de la universidad, que ajustara la talla de sus normas al crecimiento casi exponencial de la matrícula estudiantil desde mediados de los años 90, cuando se implantaron los estatutos general, académico, estudiantil y docente. 

Acorde con esa necesidad de ajuste, en la Asamblea Universitaria converge el espíritu reformista de un Congreso Universitario del año 2003, de una Asamblea Consultiva de 2008 y de una Asamblea Constituyente de 2015, para asumir el problema de la dispersión del ordenamiento académico, personificado en los Proyectos Curriculares, que es como se denomina en la Universidad Distrital a lo que en el universo de la Educación Superior se conoce como carreras o programas profesionales. 

Proyecto Curricular diseñado para interdisciplinar los contenidos de formación profesional, a través de la adopción de la enseñanza problémica como metodología oficial. El sustrato de este modelo es un régimen de verdad que confiere a esta unidad básica un elevado nivel de autonomía, que raya en la autarquía, con el que definen currículo y vinculan profesores, de manera que operan como pequeñas universidades débilmente federadas como Universidad Distrital.

Ese quehacer hace que la Universidad se caracterice como profesionalizante y pasiva en su contexto.  Lo primero porque cada Proyecto Curricular tiene un currículo que marginalmente contiene asignaturas compartidas con otras carreras, con todo y que tienen contenidos similares, lo que imposibilita a un alumno tomar esa materia en otro programa de formación profesional. Cada joven que ingresa a la universidad queda atrapado en su carrera, centrada en transmitir las competencias técnicas específicas a la profesión y con frágil fundamentación general en ciencias y humanidades.

La pasividad aludida se exterioriza en la forma reactiva como la Universidad se relaciona con la sociedad, a guisa de trasegar supeditada a las demandas del mercado laboral o a los dictados de la política gubernamental en educación superior. 

En ese sentido, la Asamblea Universitaria tiene la ocasión de plantear la cuestión del papel del discernimiento objetivo y crítico del mundo, ante los dilemas globales que conminan la existencia de la vida en la nave tierra. De este paisaje del porvenir se desprende la necesidad de lograr que la organización académica y administrativa corresponda a una institución para la transformación biocéntrica del devenir de la especie humana.  

El peligro de extinción del homo sapiens se cuaja en el fenómeno del calentamiento global y, parejo a ello, en la creciente y dramática desigualdad social. Ambas situaciones no son un designio fatal, porque la evolución ha desembocado en una forma potencial de solucionar estas amenazas: la inteligencia de la especie humana. 

Intelecto que es un gigantesco mecanismo creativo de ciencia, tecnología y formas de organización social fundamentadas en el trabajo colectivo y solidario, y que tiene en la universidad una fuente inagotable de crecimiento del saber científico.

Las ciencias hoy permiten afirmar que se puede mejorar sustancialmente los sistemas de transporte sin emisiones de dióxido de carbono; que es factible el desarrollo de nuevas fuentes de energía; la creación de nuevos materiales fruto de las ciencias del átomo; que los potentes avances de las tecnologías de la comunicación y la información permiten plantear un cambio  de orientación de su uso hacia la convivencia pacífica y el bienestar de la población; y estas invenciones pueden asegurar la producción de alimentos para más de siete millardos de semejantes.

El nivel de cultura alcanzado y su crecimiento exponencial posibilitan el disfrute de la vida. Se requiere un orden social y político que apunte en esa dirección, con el concurso decisivo de una población con un mayor grado de formación intelectual que primordialmente la universidad puede aportar. Por eso, la Asamblea debe mirar a la Distrital en el horizonte de la sociedad del conocimiento.

Avizorar a la universidad de cara a la concreción de estas cuestiones universales en el espacio de Bogotá ciudad región, requiere lanzar una organización académica para acometer un panorama de metrópoli que potencie su riqueza hídrica, con el Instituto de Aguas que lleva buen tiempo en ciernes. Que garantice el derecho a la educación superior de los más de 80 mil egresados anuales de la educación media, por medio del fortalecimiento de la articulación orgánica con ese nivel educativo. Que ponga al servicio de la ciudad su músculo de ciencias aplicadas englobado en las facultades de ingeniería, para contribuir con conocimiento y profesionales a allanar soluciones frente al caos en movilidad, la conectividad como derecho ciudadano, las tecnologías al servicio de la conexión directa entre productores y consumidores, la formación de personal médico en una facultad de salud pública. 

Bogotá necesita una universidad nervada en ciencias básicas como se viene construyendo con la futura facultad de ciencias naturales y matemáticas; así como precisa del conocimiento social para mejorar las condiciones de coexistencia humana, con una Facultad de Ciencias Sociales. Estos, entre otros tantos aspectos en los cuales la Distri, con una potente armazón, es de enorme valor para mejorar cada vez las condiciones de vida de todos los habitantes de la ciudad. Un vistazo prospectivo así, exige pensar una universidad con una estructura académica y administrativa robusta, dirigida a fortalecer su naturaleza apoyada en el despliegue de la razón para progresar hacia una sociedad de paz y bienestar.

Los asambleístas están abocados invertir el orden académico para cimentarlo desde la educación e investigación científica, ética y estética, como sólidas columnas de la formación profesional. Una institucionalidad que se desenvuelva en programas profesionales, escuelas, facultades, institutos y centros.

Nombrando las cosas por su nombre, los Proyectos Curriculares se deberán denominar como lo que son: programas de formación universitaria y profesional, nutridos por las escuelas de saber y creación, que les dispongan de docentes y aporten a la configuración curricular con la interrelación de los campos problémicos de los que emergen las disciplinas de conocimiento.

Las escuelas adscritas a Facultades serán entonces el ámbito orgánico de comunidades académicas afines por campos disciplinares, que orienten la investigación básica en su área, agrupen a sus académicos y provean de enseñanza a todas las facultades que necesitan de su concurso para potenciar críticamente al alumnado.

Facultades para articular Programas por áreas profesionales afines, de modo que atravesadas por las Escuelas encausen la ruta de apropiación de las competencias específicas para el desempeño experto en el mundo del trabajo. Una mirada así haría que las facultades de ingeniería, medio ambiente y tecnológica, necesariamente se integren en una sólida Facultad Politécnica, que armonice con la Facultad de Artes ASAB, la Facultad de Educación y las futuras Facultades de Ciencias Básicas, Salud, y Ciencias Sociales.

    
Institutos especializados en la investigación científica, para abordar interdisciplinariamente el estudio de la síntesis concreta en los territorios de los problemas que afronta la humanidad.

Centros como instancias operativas que enlacen interna y externamente las actividades de extensión, bienestar comunitario, internacionalización y relación con los egresados. 

Ideas estas que circulan en las deliberaciones de la Asamblea Universitaria, en medio de las tensiones propias de figurar el futuro de la Distri como un lugar de distribución de poder entre grupos de interés, o imaginarla acrecentando el caudal de las ciencias, las tecnologías, las artes, las humanidades y la sabiduría global para la felicidad del planeta.   

Coda: un reto no menor de la Asamblea es concebir estatutos libres de la redundancia que repite normas, preceptos y formulaciones jurídicas presentes en la Constitución y las leyes. Ideal que tampoco peque por transponer categorías propias de las ciencias al articulado de un nuevo régimen académico, en algo así como fijar en un artículo la definición de la Ley de Gravedad, para que luego alguna autoridad proponga reglamentarla.