César Pagano
Escritor y periodista.
La noche es la mitad de la vida…y nos hemos quedado sin ella
Edición Nº 1. Junio de 2020. Pensar la Ciudad
"La noche es la mitad de la vida
Y es la mitad mejor"
Goethe.
Hola Soledad, tan sola que el impulso es gritar desgarrado por Bogotá: Maldición!
De golpe se decretó el silencio generado por la plaga del Coronavirus, y le cayeron a esta ciudad azotada, como el país, por la peste de la corrupción generalizada, un alud de prohibiciones que entristecieron el día y especialmente la noche de esta capital.
Los lugares que trabajaban al ocaso del día con la gente que la animaba, fueron obligados a cerrar con todas sus enormes consecuencias, de dejar sin oficio a una población calculada en 800.000 personas: taberneros, cantineros, discotequeros, bailarines, danzarinas, meseras, teatreros, cineastas, comensales , cocineros, y empleados de restaurantes, clubes, músicos y cantantes, poetas , vigilantes, porteros, cuenteros, billaristas, vendedores fijos y ambulantes, trabajadores sexuales, delincuentes y perdidos sin rumbo, noctámbulos que buscan su sombra y sus sueños, y muchos más, imposible y aburridor de enumerar.
Todos esos habitantes de la noche fueron condenados perentoriamente a refugiarse y recluirse en sus viviendas, donde la convivencia no es siempre pacífica, pues muchas veces afloran conflictos que llevan no sólo a la pelea familiar, sino que se agravan por la desesperación creciente, y con frecuencia conducen a consecuencias terribles, tales como el homicidio o el suicidio.
La Cámara de Comercio de Bogotá tiene registrados más de 30.000 establecimientos nocturnos, que en verdad son la parte reconocida, pero existe otra enorme, no inscrita, ni censada, que sobrevive de todas maneras con iguales historias para comer, vivir, trabajar, beber, bailar, cantar y soñar.
Todo tiene su principio, también tendrá su final…
La minúscula amenaza del tenebroso virus arribó cómoda en avión y pronto se desparramó por la urbe y encontró nido seguro y expansivo entre las personas más humildes. La zona sur de la ciudad y el sur Occidente, con Kennedy como epicentro, fueron las más contagiadas, prendió también entre los habitantes de la calle cuyo dormitorio habitual es la acera o un cambuche de plástico y cartones, o debajo de un puente, sin agua y jabón para lavarse, sin zapatos adecuados, ni monedas para adquirir una mascarilla tapabocas y mucho menos unos guantes protectores. Así quedaba asegurado que el contagio llegaría pronto a los más miserables, expuestos por sus pocas defensas, poca instrucción y educación, y los deficientes servicios de prevención y atención en salud. Muchos mandatarios seguirían informando y ordenando, creyendo que todos los habitantes tienen televisión, computador e internet, teléfonos celulares, etcétera, y en especial educación e instrucción para llenar los formularios y escritos obligatorios para recibir ayudas.
Después, el presidente encargado, por encima de sus otras funciones y en abierta competencia con la alcaldesa que le ganó de mano con el simulacro frente a la epidemia y realizaciones eficaces, inauguró su programa diario estelar con el único tema del Coronavirus, decretos, informes y comentarios. Pero aún no aparecen los rechazos masivos, por este despilfarro de tiempo y de dineros, porque con una sola aparición semanal bastaría y sobraría. Aquí es donde cabe la pregunta sobre los propósitos políticos ocultos y ¿cuándo el presidente trata los variados y agudos temas nacionales y regionales que exigen también la consideración y decisión de la presidencia?
De todas maneras, en Bogotá y Colombia nos sentimos -dentro de las circunstancias del globo-, tratados con cierta benevolencia, evidente al confrontarnos con los datos de otras naciones suramericanas, hoy todas encerradas en un excluyente nacionalismo, sin que ningún líder de la región recuerde y viva de verdad la unidad mundial y latinoamericana, que nuestros libertadores y dirigentes más lúcidos proclamaron. Por el contrario el gobierno colombiano se arriesga de manera provocadora e inconstitucional al brindar el territorio nacional para recibir militares estadounidenses “asesores” y apoyar al plutócrata mandatario narcisista y racista de los Estados Unidos.
La música del caribe y el corona virus: muestra optimista y pesimista
La ciudad al anochecer sobrecoge, callada, sin actividad esencial y rodeada de penumbra. El bullicio anterior fue expulsado por las restricciones y el confinamiento obligado. El arte de la música, que es para muchos el corazón de la fiesta en bares, tabernas, clubes y discotecas, enfrenta una férrea resistencia de las autoridades para retornar a la normalidad. Esta cruel realidad debe convocar a los dueños de los establecimientos a oponerse radicalmente pero con argumentos sólidos y propuestas: medidas extremas de asepsia, carta de precios virtual, distanciamiento social, medidas todas ellas que faciliten la comprobación certera de que no se propicia el contagio, para lograr su reapertura, y para que vuelva disfrutarse de la música, el baile, la amistad y el amor.
Frente a ese silencio impuesto y angustioso, quisimos entretenernos y obligarnos a buscar y analizar algunas melodías del Caribe que es una de las músicas más dinámicas y alegres del planeta. Con un grupo de amigos y melómanos (Jorge Arango, Carlos Deivy Velásquez, Carlos Fajardo, Jaime Suarez, Victor Sánchez y Sauk Naranjo) hemos seleccionado algunos temas del gran Caribe que aluden a la peste, epidemias, pandemias, contagios, y al final de cuentas a la temida muerte, individual o colectiva. Invitamos a los lectores a examinar este listado preliminar, para tratar de motivarlos a buscar, sonarlos y compartirlos.
Temas pesimistas
Copla a la muerte (cantada por Susana Bacca).
Papá Montero (de Eliseo Grenet por Cheo Belén Puig).
El Amor amor y Te olvidé (Antonio María Peñaloza, Sonora Curro).
Dale candela (por Alejandro García Villalón, “Virulo”).
Los confinados (Grupo Quinta Avenida).
Los sepultureros (Trío Matamoros).
La Atómica (Pérez Prado y Benny Moré).
Muestra optimista y social
No hay mal que por bien no venga (Eddie Palmieri y La Perfecta)
El muerto sin deudas (Nelson Pinedo)
Dámelo todito en vida (Roberto Angleró)
La nevera. (Edson Velandia)
Como el día no está bueno para morirse (de Alberto Vera por el Conjunto Roberto Faz)
Boleros y canciones entremezclados de optimismo y frustración
Cajón de muerto (De Ángel Almenares y por las Hermanas Fáez)
Sobreviviendo (Víctor Heredia)
Honrar la vida (Eladia Blásquez)
La Vejez (Alberto Cortés)
Al final (Silvio Rodríguez)
Contra Trump (Alejandro García “Virulo”)
Canción por la unidad Latinoamericana (de y por Pablo Milanés)
"La música retumbará más fuerte, bailaremos más pegados, Brindaremos más contentos y la noche volverá plena a sonreír." Carlos Fajardo.