Angela María Robledo
Congresista de la República
¡La protesta social se viste de Minga!
Edición Nº 7. Diciembre de 2020. Pensar la Ciudad
El derecho a la protesta social, es un derecho fundamental consagrado en nuestra Constitución. Derecho amenazado por décadas no sólo por esta guerra que parecería perpetúa, sino por un Estado que ha desplegado su rostro más duro, más represivo, más violento en ciudades y pueblos. Estado que de muchas formas ha querido impedir nuestra presencia en las calles, en los pueblos, en las veredas para expresar la indignación ante tanta muerte, tanta desigualdad y pobreza. Amenazas a las muchedumbres ciudadanas, como las llama el profesor Medófilo Medina, las cuales no llenaban las calles cómo ocurrió el 21N del 2019, desde los años setenta.
Habíamos perdido el miedo a salir porque tomados de la mano de miles de estudiantes universitarios en 2018, acompañamos su exigencia para fortalecer la educación superior en Colombia y proteger su carácter público.
En el 2019 de nuevo salimos a las calles, esta vez con múltiples consignas: la defensa de la vida, de la paz , de las pensiones dignas, del derecho universal a la salud y la educación , del acceso a la tierra, del trabajo digno, el cuidado del agua y los bosques y el derecho a una vida libre de violencias para las mujeres y las poblaciones LGBTI. Fue una celebración de los cuerpos en las calles, como llama Judith Butler las movilizaciones hoy en el mundo. Noviembre fue el tiempo de la emergencia de agendas múltiples, diversas, incluyentes. Movilización que nunca fue reconocida por el gobierno, ni escuchadas sus exigencias. Un gobierno sordo, ciego y mudo.
Pero este 2020 , el año del carnaval de las incertidumbres ,de los dolores, de la muerte, del confinamiento en el mundo entero, la Minga indígena , hoy con la presencia de comunidades afros y campesinas , desafiando el miedo y el orden autoritario que se ha instalado en nuestro país , inició un proceso en sus territorios del sur -occidente para preparar el encuentro con Iván Duque , encuentro que se había visto frustrado en el año 2019 por un supuesto atentado al Presidente, minutos antes de su reunión con las autoridades de los pueblos indígenas, en el Cauca quienes lo esperaban en medio de un clima de respeto, seguridad y expectativas. En esta ocasión Iván Duque tampoco acudió a la cita.
Con el coraje de siempre y su paciencia a toda prueba, decidieron emprender la travesía de cientos de kilómetros para llegar a Bogotá, el lugar desde el cual hoy Duque cree gobernar atrincherado en su palacete y rodeado de sus súbditos quienes pretenden protegerlo de todo mal. Durante 12 días a través de los medios, especialmente medios alternativos y redes sociales, vimos transitar a chivas, buses, carros repletos de mingueras y mingueros quienes remontando obstáculos , descansando en los territorios que les acogieron y con sus medicinas propias para cuidarse del “covito” como llaman al covid 19, atravesaron medio país echando mano de su fuerzas, disciplina y resolución milenarias.
La alcaldesa Claudia López les acogió con respeto y admiración y la Bogotá cuidadora adecuó muchos espacios para que pudiesen desplegar sus rituales y movilizaciones por la Vida, la paz, el territorio y la defensa de la democracia, sin la presencia de la policía y menos del Esmad.
El encuentro con Iván Duque nunca se produjo. Las mingueras y mingueros querían hablarle de sus muertos, de los líderes y lideresas que han sido asesinados desde que él llegó al poder. Querían contarle qué significa la ausencia en sus territorios de un Estado sensible, social que reconozca lo que significa la vida digna en sus territorios y respete sus proyectos de vida. Querían hablarle de su anhelo por recuperar las tierras que le son propias y que empresarios voraces en el Cauca, las han usurpado por décadas. Querían contarle que la falta de voluntad de su gobierno por cumplir el Acuerdo de Paz ha convertido de nuevo sus territorios en lugares de incertidumbre y muerte. La dignidad de la Minga fue la temperatura para medir el grado de indiferencia y mezquindad de este gobierno.
Les acompañé en la Plaza y en el Congreso donde fueron escuchados sus voceras y voceros, divulgamos el documento en el que le comunicaron a Colombia entera el juicio político a Iván Duque, invocando el derecho a la justicia de los pueblos indígenas, reconocido en la Constitución de 1991. Y así como llegaron resuelta y pacíficamente tomaron de nuevo sus chivas, sus buses y regresaron a su tierra repletos de dignidad y sintiendo el reconocimiento de miles de sus hermanos menores.
Y hoy recogemos su legado de pedagogía y práctica para nuestras próximas movilizaciones, para nuestra protesta social:
-resistir, persistir, existir y organizase son claves para enfrentar este régimen autoritario, este régimen de muerte, fascista, de Iván Duque y de su partido de gobierno el Centro Democrático.
-el valor de la Minga no sólo como referente simbólico sino como práctica milenaria que reconoce la independencia y el valor de los procesos, para obtener los logros colectivos en medio de la adversidad y la indiferencia.
-reconocer la potencia de la movilización serena, alegre, pacífica, diversa, comunitaria. Movilización que desafió el virus, el miedo, la estigmatización de funcionarios del gobierno Duque, congresistas y algunos medios de comunicación.
- exaltar la fuerza de sus reivindicaciones y su dignidad frente a un poder gubernamental que parecería fuerte, pero que ante la Minga desnudó toda su pequeñez y cobardía.
- valorar el sentido del orden público que logaron mantener con la guardia indígena , sin acudir a la violencia , ni a los excesos de la policía y el ejército . Un orden público democrático, respetuoso de los derechos humanos como lo señala la Constitución.
- y por último la huella que nos dejó la Minga en las calles de Bogotá. Su espíritu nos habitó por muchas horas. Nuestro encuentro fue alegre, resuelto, pacífico, sereno. Nuestras hermanas y hermanos mayores habitaban la Plaza de Bolívar.
¡Nuestra movilización social ese día se vistió de Minga!