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Rendición de cuentas 2019
Mario A Noriega T.

Mario A Noriega T.

Arquitecto urbanista. Profesor Universidad Javeriana

Once razones para no aprobar este POT


Edición N° 14. Octubre-Noviembre de 2021. Pensar la Ciudad
Autor: Mario A Noriega T. | Publicado en September 01, 2021
Imagen articulo Once razones para no aprobar este POT

A la alcaldesa Claudia López le encanta presentar personalmente temas técnicos:  covid-19, seguridad, movilidad y ahora el POT. Posiblemente le han hecho creer que así demuestra que tiene la ciudad bajo control. Pero para temas tan complejos como el urbanismo, ni siquiera el exalcalde Bloomberg de Nueva York, un experimentado político y exitoso hombre de empresa, se arriesgaba tanto. Por ejemplo, el proyecto urbanístico más ambicioso de sus 3 períodos: la ‘Rezonificación de 59 manzanas alrededor de la Gran Estación Central’, lo retiró del Concejo de la ciudad cuando la academia y varios grupos comunitarios no lo apoyaron por exagerado e inconveniente. 

El Plan de Ordenamiento Territorial POT que presentó la alcaldesa de Bogotá para concertación ambiental con la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca CAR el pasado mes de mayo, y ahora en trámite ante el Consejo Territorial de Planeación CTPD, no está listo para aprobación. Y como espero demostrar, no se trata de modificar algunos ‘articulitos’.  Lo más conveniente, sugiero, es seguir el ejemplo de Nueva York y retirarlo para darle, con tranquilidad, los hervores que necesita. 

Aquí van once razones: 

Primera: falta de coherencia. Lo que se presenta públicamente en eventos y con coloridas diapositivas no coincide con los artículos del proyecto de acuerdo que aprobaría el Concejo, que es lo que al final cuenta. Un ejemplo: la bonita intención de ‘reverdecer’ la ciudad es imposible de cumplir (ver: https://www.eltiempo.com/bogota/opinion-tres-consejos-que-pueden-ayudar-a-entender-un-pot-muy-complicado-602780). 

Para ‘reverdecer’ a Bogotá el POT dice: “se incrementará el área verde y el arbolado urbano…”. Sin embargo, al aplicar los incentivos para densificar, una obsesión del POT, se logra exactamente lo opuesto. “El cálculo es simple. Entre más aumenta la densidad menos área verde y arbolado queda por habitante”. Cuando el índice de construcción base (I.C) pasa de 1,3 a 6,0 el espacio público resultante es de 0,86 m2 por habitante (artículo 309). Esto es dramático si creemos válido que el estándar propuesto para la ciudad debería ser 10 m2 por habitante. 

Segunda: complejidad y extensión excesivas. El POT es difícil de analizar y entender, además es innecesariamente largo. La versión que se le presentó a la CAR  tenía 386 páginas, 623 artículos y 87 mapas. La que se le presentó al CTPD tiene 472 páginas, 693 artículos y 128 mapas. Es un intento fallido por controlar todo con exceso de artículos, en gran parte solamente descriptivos. Un caso: solamente para antejardines hay 23 artículos. Otro ejemplo: para entender y aplicar la norma del tratamiento de renovación urbana, se requiere combinar 43 artículos, 4 mapas generales, 41 nuevos mapas de unidades de planeamiento local y consultar dos estudios técnicos de soporte (788 páginas y 28 anexos).  

Tercera: participación ciudadana irrelevante. Igual que en los intentos de POT anteriores se confunde ‘socialización’ con ‘participación. Lo que se muestra en redes sociales es una rutina de reuniones con fotos de lánguidos participantes. Me consta que a los convocados virtualmente se les somete a horas de presentación por parte de los funcionarios quedando al final pocos minutos para comentarios. 

También me consta, como miembro de una comunidad barrial (UPZ 88-97 Sector normativo No. 10), que después de presentar y entregar a la Secretaría Distrital de Planeación SDP un documento con diagnóstico y propuestas en agosto del 2020, a la fecha (11 meses después y dos reuniones de ‘socialización’) no hemos recibido ni siquiera la respuesta de cortesía. 

Cuarta: descuidos por prisa exagerada. Parecería que por una urgencia autoimpuesta, el POT completo no lo leen ni los que lo están elaborando Hoy circulan tres versiones. La de la CAR, la que se puso inicialmente en la ‘página Web’ como entregada al CTDP con errores en la secuencia de artículos y otra, en la que sin ninguna aclaración, se arreglaron los errores más evidentes. 

La equivocación en la secuencia de artículos no es grave, pero permite suponer que puede haber errores no detectados, que podrían ser aprobados sin que nadie se percate. Por ejemplo, en el artículo 596 de la versión CAR la meta del ‘programa de hábitat sostenible y productivo’ es de: “2.500.000 viviendas iniciadas”. Y en el artículo 651 que reemplaza a éste en la versión CTPD, la meta son “581.570 viviendas iniciadas”. ¿Cómo se justifica una variación del 430% en un cálculo tan importante? ¿Es error de digitación? O es: ¿Replanteamiento drástico, sin explicación?

Quinta: hiperdensidad. Densificar ciudades es una estrategia que, como se ha demostrado en innumerables estudios, genera beneficios en ahorro de suelo, prestación de servicios y animación urbana. Pero, ‘hiperdensificar’ es otra cosa. Si ya Bogotá es la novena ciudad más densa del mundo (@citymayors.com), densificarla más y ponerla a competir con Mumbai, Calcuta y Karachi, ciudades con los peores índices de calidad de vida, es una apuesta arriesgada (ver: https://pensarlaciudad.udistrital.edu.co/miradas-de-ciudad/por-que-la-densidad-si-importa). 

La ‘hiperdensidad’ genera congestión, deficiencias serias en la prestación de servicios, problemas de interacción social, polución, y ahora, mezclada con pobreza y hacinamiento, está demostrado que empeora situaciones de pandemia. 

El POT adopta como “joya de la corona”, según la SDP, normas para sectores urbanos que ya se están desarrollando, como Lagos de Torca que tiene meta de 193 habitantes por hectárea (tercera densidad promedio más alta del mundo). Para vivienda de interés prioritario VIP, la densidad es 785 viviendas por hectárea útil. Para entender este número, comparémoslo con la densidad del conjunto residencial ‘Torres del Parque’ del arquitecto Rogelio Salmona. Este proyecto, ejemplar por su calidad urbanística y arquitectónica, con tres torres, una de 37 pisos, tiene 294 viviendas por hectárea.

Sexta: el POT no está terminado. Lo que queda pendiente por terminar una vez aprobado el POT es preocupante. Como está redactado el proyecto de acuerdo es un cheque en blanco para reglamentar posteriormente temas tan críticos como la definición o ampliación de zonas de renovación urbana y de ‘actuaciones estratégicas’. Queda por definir, cómo se aumenta el índice de construcción y la densidad en planes parciales, el manejo de zonas de riesgo, la delimitación de ‘barrios vitales’, de ‘corredores verdes’, la ‘redelimitación’ de bienes de interés cultural, la plusvalía, etc. Según ProBogotá Región hay “44 reglamentaciones derivadas del POT” que quedan por expedir en un período de 3 meses a 2 años entre las cuales hay 15 “sustanciales para el desarrollo urbano”. 

Séptima: ¿Cargas y beneficios para quién?. En el análisis “Cómo pinta el nuevo POT” del concejal Diego Laserna, muy certeramente sugiere que “hay que hacer ejercicios financieros cuidadosos”. Y así es. Antes de darle la bendición y aprobar el POT es esencial evaluar matemáticamente la relación que existe entre: incentivos para aumentar la densidad-edificabilidad, las cargas que se le piden al constructor y los beneficios para la ciudad. 

El tratamiento de renovación urbana, al cual el POT le apuesta la mayor generación de vivienda, parte de un índice de construcción  (I.C) de 1,3 (artículo 309). Esto significa que en un lote de 10.000 metros cuadrados se puede construir 10.000 x 1,3 = 13.000 m2, sin generar ‘cargas’. Para construir más se cede una parte del lote (30%) para espacio público (esto no le cuesta nada al promotor) y se aumenta a 10.000 x 6,0 = 60.000 m2. Si convertimos esta diferencia a apartamentos de 55 metros cuadrados, pasamos de 236 apartamentos a 1.091…!!!   Aumento del 462%. Este índice de construcción de 6,0 se puede incrementar aún más si el lote es más grande y si se paga un dinero, que según mis cálculos preliminares es menos del 2% del aumento de utilidad.  

¿Este aumento en edificabilidad le trae beneficios a la ciudad? Parece que no. Como ya vimos, disminuye el área libre por habitante; y si el sector donde se ubica el proyecto no tiene servicios suficientes (salud, recreación, educación, etc.), recarga y congestiona los existentes. Volvemos a la ‘hiperdensidad’. 

Para entender un índice de construcción de 6,0 regresemos a las ‘Torres del Parque’. Este proyecto ocupa un lote de 10.000 m2 y tiene 40.000 m2 de construcción (sin parqueaderos). Esto es índice de construcción (I.C) de 4,0. A pesar de la densidad y la altura de las torres se destaca como buen ejemplo de diseño porque no tapa los cerros y se integra a la Plaza de Toros y al Parque de la Independencia generando espacio público continuo y de alta calidad para residentes y toda la ciudad. Ahora imaginemos si a proyectos de renovación urbana ubicados en otros sitios, más congestionados, se les permite construir con el índice de 6,0 que según el nuevo POT, no requiere trámites especiales.  Es un aumento del 50% en la densidad de ‘Las Torres del Parque’, sin ninguna de las ventajas de su localización. Y todo puede ser peor si se aplica el índice de construcción 9,0 que reglamenta desarrollos a lo largo de la primera línea del metro (Decreto 823 de 2019).  

Octava: la vivienda sigue en el aire. Los cálculos de la vivienda que se necesita en los próximos doce años no están claros y las discrepancias son gigantescas según la fuente consultada. Para el nuevo POT la fuente oficial son las proyecciones del Departamento Nacional de Estadística DANE. Pero esta entidad trabaja con supuestos que no siempre se cumplen y además no considera que para resolver necesidades las ciudades son más creativas que los demógrafos. Por ejemplo, si las familias se vuelven más pequeñas en el futuro, se subdividirán viviendas. Y como se ha visto con la pandemia: oficinas y centros comerciales se pasan al uso residencial. Adicionalmente, según el censo de 2018 había 118.752 viviendas desocupadas, número seguramente ampliado por la pandemia. 

La ambigüedad en las cifras produce un POT con un potencial de edificabilidad que sobrepasa todas las proyecciones. Del objetivo inicial de 2,5 millones de viviendas se pasó a 581 mil. Y cuando se aplican los exagerados índices de edificabilidad, posibles en cualquier parte de la ciudad, llegamos a un potencial de más de 4 millones de viviendas. Estos desfases hacen imposible un ejercicio de planeación serio.  

Novena: los proyectos más importantes del POT no están definidos. Posiblemente el tema más técnico de un POT sea la movilidad. Cualquier propuesta de línea de metro, cable o modo de transporte debe obedecer a estudios de generación y atracción de viajes, demanda de tráfico por modos, relación del proyecto con densidad residencial y de empleo; y sobre todo, evaluaciones de costo-beneficio. Sin embargo, la propuesta de POT dice textualmente en el artículo 162 que los corredores de transporte público de alta capacidad “se encuentran de manera indicativa en el mapa No. CU-4.4.1 y deberán ser revisados de acuerdo con los estudios y diseños técnicos de detalle que para tal efecto se elaboren”. Esto significa que la propuesta de movilidad genera efectos en los tratamientos urbanísticos pero el proyecto que origina la norma está indefinido. Esto es técnicamente inaceptable.

Otro ejemplo de ‘definición-indefinida’ son las Unidades de Planeamiento Local. Tal como están, parecería que lo más sensato no es aumentar el número de localidades sino disminuirlo para crear unidades económicas y de servicios más robustas y eficientes que las actuales. Pero este tema, igual que el regional lo dejamos para otra oportunidad.     

Décima: un POT como si no hubiera existido la pandemia. El POT en ninguno de sus 128 mapas hace una diagnóstico de los efectos de la pandemia o de los sitios en dónde por alguna circunstancia (densidad, hacinamiento o pobreza) se concentraron los contagios y las muertes. Como sí lo hicieron en otras ciudades del mundo donde la cuota de muertes no fue tan alta. Las lecciones que pudo dejar la pandemia pasaron desapercibidas para este POT.

Los proyectos más grandes y polémicos de vivienda de la propuesta de POT del 2019 (Peñalosa) se mantienen en la nueva propuesta, como si no hubiera existido pandemia. Lagos de Torca queda exacto. A ‘’Lagos del Tunjuelo solamente se le cambia el nombre por ‘Reverdecer del Sur’. Y a la ‘Alameda entre Parques’, se le quita el nombre, pero se le deja la norma para la misma ‘hiperdensificación’. 

La décima primera razón para no aprobar este POT está en su propósito,  intencional o imprevisto, de demoler la ciudad. Tal como está, el efecto va a ser reemplazar lo que se ha construido durante cientos de años por un mar de edificios de 16 pisos. 

Este POT parece un manual para demoler la ciudad. Para aumentar el índice de construcción (I.C.), que es donde radica el negocio inmobiliario, se promueve la compra y englobe de predios. Entre más compre, demuela y englobe, más edificabilidad se da al constructor. 

En la presentación del ‘Transmilenio Verde’ por la séptima (noviembre de 2020), la alcaldesa López dijo que esta era “una ciudad tan mal hecha” que en los próximos 15 años se iba a actualizar lo que no se había hecho en 100. Y en la presentación en PowerPoint de la versión que se le entregó a la CAR se refuerza la idea de hacer una ciudad nueva. Se mencionan 10 objetivos, todos partiendo de: “desempleo”, “pobreza”, “aislamiento”, “endurecimiento”, “del diésel y la contaminación”, “de la dependencia del bus”, “del reinado del automotor”, “del maltrato y la indiferencia”, “ciudad insostenible y segregada”. Y, obviamente, después de este diagnóstico deprimente, la única opción que se propone es demoler la ciudad. 

Si el POT actual del 2004 lleva 5 años pasado de la vigencia que determina la ley, esto no obliga a reemplazarlo por uno peor.