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Fabio Sánchez Torres

Fabio Sánchez Torres

Profesor Titular, Facultad de Economía de la Universidad de los Andes.

Para cerrar la brecha en educación superior en Bogotá y las lecciones de “Ser Pilo Paga”


Edición Nº 3. Agosto de 2020. Pensar la Ciudad
Autor: Fabio Sánchez Torres | Publicado en August 10, 2020
Imagen articulo Para cerrar la brecha en educación superior en Bogotá y las lecciones de “Ser Pilo Paga”

Bogotá se caracteriza porque de sus graduados de grado 11 una proporción cercana a 40% ingresa a la educación superior en el semestre inmediatamente siguiente. Es decir, la tasa de absorción inmediata es de 40% alcanzando después de dos años más del 50% (Secretaría de Educación de Bogotá, 2018). No obstante, esta tasa es por lo menos 15 punto porcentuales más baja para los jóvenes que se gradúan de la educación media y que provienen de los estratos uno y dos de la población. Por lo anterior, se requieren políticas y programas que incentiven que los jóvenes que terminan grado 11 de los grupos de población de menores ingresos puedan dar el paso a la educación superior.

El Plan de Desarrollo de Bogotá D.C “Nuevo Pacto Social y Ambiental por la Bogotá del Siglo XXI” plantea como una de sus metas el cierre de la brecha educativa desde la primera infancia hasta la educación superior. Para el cierre de la brecha el Plan propone la creación de 20 mil cupos en las instituciones de educación superior financiados con recursos públicos. Veamos las cifras. En las instituciones públicas de Bogotá terminan grado 11 alrededor de 50 mil estudiantes, de los cuales 75% pertenecen a los estratos 1 y 2 de la ciudad (alrededor de 38 mil estudiantes). De estos eventualmente ingresan a la educación superior 40% (alrededor de 15 mil estudiantes). De estos últimos se gradúan de la educación superior cerca de 50% (alrededor de 8 mil estudiantes). Estas cifras indican que tan solo 20% de los graduados de la educación media de los estratos 1 y 2 de la ciudad obtiene algún título de educación superior, lo cual se reflejaría en menores ingresos, menor calidad de vida y menor movilidad social para la gran mayoría de los jóvenes de los sectores más económicamente vulnerables.

El panorama planteado justifica entonces la necesidad de establecer programas que faciliten el acceso a e incentiven la permanencia en la educación superior de aquellos jóvenes. ¿Cuál será entonces la mejor estrategia para lograrlo? Un programa altamente exitoso ha sido Ser Pilo Paga, que hizo posible que 40 mil jóvenes de bajos ingresos y con altas calidades académicas accedieran a la educación superior (1).  La deserción de estos estudiantes del programa Ser Pilo Paga apenas alcanza el 5%, muy baja en comparación con cerca del 50% para el total de la educación superior y cerca del 30% para jóvenes comparables (2). Veamos entonces como ha funcionado el programa.

Desde su creación, la discusión en torno al programa Ser Pilo Paga (SPP) ha sido álgida (3). Varios han traído al debate argumentos válidos que estimulan a una discusión importante y necesaria para buscar estrategias que permitan mejorar el programa y, en general, la oferta de calidad de la educación superior en el país. Este artículo pretende contribuir al debate al resumir y poner en contexto algunos de los principales hallazgos encontrados y reportados en el informe final de la evaluación de impacto y levantamiento de la línea base del programa contratada por el DNP y un estudio académico posterior citado en la nota de pie de página 1.

El primer resultado es en términos de acceso a educación superior. La cifra más contundente e innegable del programa es el haber logrado, de manera inmediata, duplicar la probabilidad de entrada al sistema de educación superior de un joven pilo de escasos recursos en el semestre siguiente después de haberse graduado de secundaria, pasando esta del 36% al 69%. En adición, el programa asegura que la entrada al sistema se haga únicamente en las Instituciones de Educación Superior (IES) de calidad, aquellas acreditadas por el Ministerio de Educación. Cuando se observa el acceso a la educación superior de calidad por estrato socioeconómico para los estudiantes en el decil superior de la prueba SABER 11- presentado en el gráfico inferior - se revela el impacto del programa en toda su dimensión. Hasta antes del lanzamiento de SPP cerca de 16% de los estudiantes de estrato 1 en el decil superior de la prueba SABER 11 ingresaba a instituciones de educación superior de calidad. Después del lanzamiento del programa -cuya primera cohorte de beneficiarios tomó la prueba SABER 11 en el segundo semestre de 2014 – el porcentaje saltó a 50%.  Es decir, se logró un aumento en la probabilidad de más de 300%, igualando el acceso a la educación superior de calidad de los jóvenes en el 10% más alto de la prueba SABER 11 pertenecientes al estrato 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: SPADIES, ICFES. Cálculos propios.

 

Pocos han rebatido los importantes impactos en el acceso directo. Sin embargo, al presentar estas cifras se responde con dos argumentos: que este aumento en acceso de calidad está incrementando la inequidad y que se logra a través del trasteo de alumnos de las IES públicas a las IES privadas. La primera idea es controvertible. SPP logró mejoras sustanciales de equidad en el acceso inmediato a la educación superior entre los jóvenes con mejor desempeño en la prueba de Estado. Para estos estudiantes, SPP cerró la brecha que existía por nivel socioeconómico, en la que la probabilidad de acceder a cualquier IES aumentaba con el estrato. Al analizar el impacto de SPP en equidad para estudiantes ubicados en el decil superior de la prueba Saber 11, es evidente que hoy el programa permite que un estudiante de estrato 1 tenga la misma probabilidad de acceso a una IES de calidad que un estudiante de estrato 6. Este aumento en equidad es también claro entre municipios. Para estos jóvenes la cuna donde nacieron no determina su probabilidad de acceder a una educación superior de calidad.

No obstante, es cierto que al otorgarles esta oportunidad a un grupo selecto de jóvenes perteneciente a las familias más pobres del país generó brechas de acceso entre estos y los otros jóvenes pertenecientes a familias de escasos recursos. Lo que hay que pensar es cómo lograr cerrar las brechas en acceso aumentado el acceso con otras políticas y programas que incluyan mejorar la calidad de la educación desde el inicio de la vida de los individuos.

Tampoco es cierta la crítica de que SPP desvió a los alumnos de IES públicas a IES privadas. Que sea claro: el aumento en acceso se da porque jóvenes en el 10% superior de la prueba SABER 11 que antes no entraban a educación superior (ni a IES públicas ni privadas) o que accedían a IES de baja calidad (tanto públicas como privadas) ingresan ahora a IES de alta calidad. Los datos de los estudios referidos sugieren que ni el número ni la calidad de los estudiantes en IES públicas acreditadas se ha visto afectado.  Por otra parte, algunos sostienen que el programa es demasiado costoso para solo cubrir al 2% de estudiantes de escasos recursos. Para este punto es necesario describir claro el contexto de la educación superior al momento de crearse SPP. El programa financia 10 mil estudiantes cada año que comienzan sus estudios en IES acreditadas en el primer semestre de cada año. Esta cifra representa el 10% de los bachilleres que cada enero ingresan a una IES y cerca del 35% de los estudiantes que anualmente ingresó entre 2015 y 2108 a una IES acreditada en el país. Anualmente, cubre a una población equivalente al 40% del total de estudiantes de pregrado en la Universidad Nacional en Bogotá. A su vez, cabe recordar que la oferta de educación superior acreditada se expandió como respuesta al aumento habido en la demanda. El número de bachilleres ingresando inmediatamente a la educación superior aumentó en un 12.2% entre 2014 y 2016, donde las IES privadas acreditadas representan un 63.4% de este aumento. El programa entonces está impactó de manera importante el número de estudiantes matriculados en IES acreditadas en el país.

Por último, debemos mencionar dos externalidades positivas que el programa SPP ha traído al país. Primero, el programa ha promovido la diversidad de clase en las IES acreditadas privadas del país. En la abrumadora mayoría de IES privadas de alta calidad hubo un aumento importante en la proporción de estudiantes provenientes de hogares de menores ingresos. La literatura sugiere que la diversidad de clase puede generar externalidades positivas (ver Londoño-Vélez, 2016). Por ejemplo, un estudio en la India muestra que los estudiantes de altos ingresos que han sido expuestos a una mayor diversidad tienden a tener comportamientos más prosociales y generosos que los que no han sido expuestos a diversidad de clase.  Además – y quizás ésta es la externalidad más importante que el programa ha generado – SPP incentivó a los bachilleres de estratos 1 y 2 a tener un mejor desempeño en la prueba Saber 11. Antes de SPP, la probabilidad de que un bachiller de estrato 1 obtuviera un puntaje en el 10% más alto del país era del 12.3%. Hoy esa probabilidad ha aumentado en un 44%. Los resultados son aún más impresionantes si se mira el 1% más alto de Saber 11: entre 2012 y 2016, la probabilidad de que un estudiante de estrato 1 tenga un puntaje en el 1% más alto del país ha aumentado en un 176%. Para el estrato 2, este aumento ha sido del 32%. A todas luces, esto representa una mejora sin precedentes en el desempeño de los estudiantes más pobres en el examen de Estado .

En conclusión, la evidencia empírica sugiere que SPP es un programa exitoso. Al basarse en el mérito y no en el asistencialismo -desafortunadamente presente en una buena parte de los programas sociales existentes en el país-, SPP tiene el potencial de generar la movilidad social que el país carece. Y más allá de los impactos directos en sus beneficiarios, el programa ha generado cambios importantes en el sistema de educación superior y en las generaciones más jóvenes de bachilleres. El programa que se propone ofrecer 20 mil cupos de acceso a la educación superior para jóvenes de alta vulnerabilidad económica establecidos en el Plan de Desarrollo de Bogotá 2021-2023 puede aprender profundas lecciones de Ser Pilo Paga. Eso sí deberá adaptarlo al contexto situación de Bogotá, no obstante, conservando parte de su diseño que mostró ser efectivo.


(1) Un estudio profundo y técnico del programa Ser Pilo Paga se encuentra en Londoño-Vélez, Juliana, Catherine Rodríguez, and Fabio Sánchez. 2020. "Upstream and Downstream Impacts of College Merit-Based Financial Aid for Low-Income Students: Ser Pilo Paga in Colombia." American Economic Journal: Economic Policy12 (2): 193-227.

(2) https://www.universidad.edu.co/situacion-de-ex-pilos-paga-cronica-de-un-drama-anunciado/. Aunque es link plantea un panorama sombrío para los desertores, si muestra que la permanencia en la educación superior de los y las jóvenes beneficiarios es de cerca de 95%.

(3) El programa Ser Pilo Paga cubre el costo total de la matrícula en cualquier Institución de Educación Superior (IES) acreditada en Colombia y además provee un subsidio de mantenimiento. Para ser elegible, los jóvenes deben tener un puntaje mínimo en la prueba Saber 11 que lo ubique por encima del decil superior o más; tener un puntaje SISBEN inferior a un corte específico que depende del lugar de residencia y ser admitido en alguna de las IES acreditadas en el país.