Cuando hace un año Pensar la Ciudad era solo una idea al viento en busca de forma y contenido, con el Director y el Comité Editorial convinimos que solo cuando alcanzáramos el No. 10 podríamos decir, en rigor, que la revista existía. Hoy esa primera gran meta, el derecho a existir, se ha cumplido.
Pensar la ciudad es la gran misión de la Universidad Distrital. Pensar Bogotá es su obligación y compromiso, es parte esencial de su misión social.

Pensar el país es un principio aceptado y acogido por todas las universidades colombianas y así lo consagra cada una en su misión, en sus estatutos, en sus grandes propósitos. Unas lo cumplen con mayor rigor que otras. La Universidad Distrital tiene un doble desafío: pensar el país y pensar la ciudad.

En este primer año y sus diez ediciones hemos consagrado todos nuestros esfuerzos colectivos en construir y consolidar un portal de pensamiento, una revista digital, que tenga como su gran empeño contribuir a pensar la ciudad, con el concurso de la intelectualidad de fuera de la universidad y los recursos investigativos y humanos propios.

La revista ha procurado en este primer año hacer una combinación virtuosa entre temas estructurales y temas de coyuntura insoslayables por su impacto sobre la ciudad. Como Melquiades en Cien años de soledad, hemos ido colocando nombre a los grandes temas de interés de la ciudad, tales como Qué significa pensar la ciudad; el Plan de Desarrollo un Nuevo Contrato Social y Ambiental para la Bogotá del Siglo XXI; la Educación de la ciudad; la Reforma de la Universidad Distrital y la Asamblea universitaria; el impacto social y económico de la Pandemia;  la Pobreza en Bogotá; el Plan de Ordenamiento Territorial (POT); Bogotá y la Región metropolitana; la Ciudad y las diversas poblaciones que la habitan; las   finanzas públicas distritales.

El presente numero 10, a manera de celebración de nuestro primer año de existencia, lo hemos dedicado a reflexionar sobre la Ciudad de hoy, mediante el concurso de destacados analistas que desde diversa disciplinas y enfoques dan cuenta del fenómeno cultural, social y humano de mayor trascendencia en nuestro tiempo que, sin duda, representa la ciudad y vivir ella. 

El balance de estas primeras diez ediciones comprueba que hay un inmenso campo de pensamiento sobre la ciudad que debemos seguir explorando y construyendo un dialogo fecundo entre las distintas visiones sobre los viejos y nuevos problemas que la afectan. De igual manera se constata que la Universidad Distrital realiza una paciente y callada labor de investigación sobre importantes temas de interés de la ciudad, que la revista ha procurado difundir y hacer pública.

La clave de los logros alcanzados hasta ahora es, sin duda, la pluralidad de pensamiento de la revista, su carácter abierto y no institucional, el respeto a la diferencia y a la diversidad de enfoques y opiniones.

Como Editor quiero expresar mi agradecimiento especial al señor rector, Ricardo García, por haber acogido y hecho suya un sueño editorial que en un ya lejano mes de 2019 le propusimos y que hoy complacidos vemos convertido en una realidad. Mi agradecimiento también a los integrantes del Comité Editorial, Jorge Iván González, Carlos Vicente de Roux, Carolina Chica, William Castrillón, Giovanny Tarazona, quienes han cumplido con creces y gran dedicación la tarea de orientar y dirigir colectivamente la revista. A los columnistas, cerca de un centenar, quienes con su colaboración generosa han hecho posible este empeño cultural y académico de pensar la ciudad. A Diana Cortés (Diseñadora), Victor Sánchez (Ilustrador) y Jaime Wilches (Coordinador de Contenidos). A la universidad por su apoyo institucional que ha permitido ofrecer a la ciudad un espacio de reflexión público sobre los grandes y actuales problemas que la atraviesan. 

En medio de las dificultades que nos impone estos tiempos de Pandemia seguiremos fortaleciendo este espacio de análisis y reflexión colectiva, convencidos de que Pensar la Ciudad es todo un programa cultural y político; un desafío y una aventura del pensamiento y la academia, y al mismo tiempo un compromiso ético irrenunciable, tal como lo señaló el editorial de nuestro primer número.