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Rendición de cuentas 2019
Carolina Corcho Mejía

Carolina Corcho Mejía

Médica Psiquiatra, Magister en Estudios Políticos, Presidenta de la Corporación Latinoamericana Sur y Vicepresidenta de la Federación Médica Colombiana

Salud, Movilización Social y Pandemia


Edición N° 12. Julio-Agosto de 2021. Pensar la Ciudad
Autor: Carolina Corcho Mejía | Publicado en July 30, 2021
Imagen articulo Salud, Movilización Social y Pandemia

La pandemia por el Sars-Cov Covid-19 es el resultado de una crisis civilizatoria de magnitudes dantescas, que ha cobrado millones de vidas humanas, ambas hipótesis del origen de la pandemia apunta a causas evitables que tiene relación con esta crisis, una de estas es la relacionada con la creación del virus en un laboratorio que evolucionó a formas altamente contagiosas y letales, la otra es la relacionada con el origen zoonótico del virus, es decir la evolución en los murciélagos que en un contexto de aumento de temperaturas dada por la crisis climática, la deforestación de ecosistemas que ha generado la agroindustria que responde por una parte importante de la emisión de gases de efecto invernadero generó unas condiciones para que el virus evolucionara a las formas conocidas. Una tercera hipótesis que podría ser más plausible es una mixta que combina las dos anteriores. En cualquier caso la pandemia es el resultado de la crisis de un modelo civilizatorio, es decir, no es un hecho natural, responde a la crisis medio ambiental producto del modelo de acumulación del neoliberalismo que ha derivado en una depredación de la naturaleza, y de otro lado a un debate bioético en torno a cuáles son los límites desde esta perspectiva que deben tener las investigaciones científicas de laboratorio para no generar daño. 

Lo cierto del caso, es que lo anterior eran hechos previsibles, no obstante, el carácter sobreviniente de esta tragedia sanitaria tiene que ver con la ausencia de una gobernanza global de  la Organización Mundial de la Salud como agencia pública, que en los últimos años ha perdido independencia en tanto su financiación ha estado dado por poderosos actores corporativos con intereses en el control de derechos de propiedad intelectual, como es el caso de la Fundación Bill Melinda Gates. Lo que develó esta pandemia es que la financiación particular de las corporaciones sí afecta la independencia de una agencia global para orientar su accionar hacia la defensa del interés público de la humanidad, orientar prioridades investigativas sobre problemas de salud pública que pudiesen no ser rentables en el contexto de los intereses extractivistas de los grandes capitales, pero que son de interés crucial para la garantía de la supervivencia humana en el planeta y la del planeta  tierra mismo como madre tierra.

Esta crisis civilizatoria, es también una crisis de esa gobernanza planetaria, de la política entendida esta como el ejercicio del poder en defensa del interés público. En la actualidad el costo más alto que se paga, es la imposibilidad que se tiene hasta ahora de que la Organización Mundial del Comercio logre mayoría de votos de los estados para liberar las patentes, esto es, que se permita la producción global de la vacuna por cualquier laboratorio, lo que supone romper el monopolio de unas cuantas transnacionales farmacéuticas que no logran la velocidad de producción, pero sí muchas ganancias, con el costo en vidas que supone el retraso de la vacunación en el mundo, pero sobretodo en países del Sur Global . Esto ha generado que diversos movimientos sociales en el mundo, organizaciones de la sociedad civil, líderes mundiales, se hayan levantado en una exigencia a los gobiernos del norte global del bloque de poder hegemónico, representado por EEUU y la Unión Europea, que han sido quienes se han negado a aceptar la propuesta de India y Sudáfrica de liberar las patentes, con el resultado inicial del anuncio del gobierno de Joe Biden de apoyar esta postura en la OMC. Aún está en vilo el logro de mayorías y la materialización de esta decisión de la que depende la vida de cientos miles de ciudadanos del mundo.

Colombia, la Movilización Social y la Pandemia 

La Cepal calcula que la pandemia constituye para la región la peor contracción económica en más de un siglo, hasta el 28 de junio se habían registrado 1.260.000 decesos por Covid-19 en la región (1). Colombia no escapa a esta realidad, según Garay y Espitia (2) hablan de una recesión económica que supone un atraso social y económico de siete años para el país. Los sectores más afectados son los de la manufactura, construcción, recreación y arte, y el comercio, entre los que mejoraron llama la atención se encuentra el sector financiero. Según el DANE, en el 2020 se cerraron más de 300 mil micronegocios asociados a estas industrias. En enero de 2021 se registró una pérdida de empleos del orden de 951 mil personas respecto a enero del año anterior, siendo las mujeres más afectadas que los hombres, con una tasa de desempleo del 23%, respecto al 13% en los hombres, para las mujeres jóvenes fue del 30%.

La Encuesta del Dane del Pulso Social del 2021 mostró que en enero solo el 67,3% de los hogares consumieron tres comidas al día, el 29,6% dos comidas al día y el 2,43% solo una comida. En cuanto a la pandemia Colombia se encuentra entre los 15 primeros países con mortalidades más altas del mundo. Y ha estado entre los cinco primeros en mortalidad por millón de habitantes en una semana, los decesos en Colombia por el Covid-19 son alarmantes, y desde la perspectiva de la salud pública muchas de estas mortalidades pudieron ser evitables. El país enfrentó una superposición de la tercera ola con la cuarta en algunas regiones, que realmente fue una meseta con una duración de más de 10 semanas, alcanzado mortalidades superiores de 660 fallecimientos en un día, con una disminución en los últimos 20 días que ha llegado a mortalidades que superan los 350 fallecimientos en un día, teniendo en cuenta que en Colombia existe un subregistro del por lo menos el 15% entre las cifras de exceso de mortalidad del DANE respecto al Instituto Nacional de Salud. Una tragedia sanitaria a todas luces que responde a un manejo inadecuado de la pandemia en Colombia, el país no sale bien librado en ninguna de las mediciones comparativas desarrolladas por centros de pensamiento científicos muy importantes del mundo como el Instituto Lowy, Bloomberg, el Informe de The Lancet que hizo una evaluación sobre las medidas tomadas para enfrentar la pandemia en agosto de 2020, en todas estas publicaciones, Colombia sale entre los peores países del mundo en el manejo de la pandemia.

Es de anotar que el proceso de vacunación ha mejorado en los últimos días, se lograron tasas de vacunación diarias hasta de 500 mil inoculaciones, lo cual es positivo, pero no se ha logrado mantener este ritmo, y el comportamiento de la vacunación diaria es irregular, lo que aún no permite proyectar que supondría tener con vacunación completa al 80% de la población, dado que con la confirmación de la presencia de la variante delta que tiene una mayor velocidad de contagio, genera nuevos retos para la vacunación. 

En este contexto sanitario, social y económico, se presentan la continuidad de un estallido social que había iniciado en noviembre de 2019 con multitudinarias marchas y protestas a lo largo y ancho del país, el inicio de la pandemia pospuso estas manifestaciones que entrañan una crítica estructural al  modelo económico, social y político en Colombia, cuya crisis quedó evidenciada por la pandemia. Los detonantes de ese segundo momento de la movilización es la inaceptable decisión del gobierno de presentar en la primera legislatura del 2021 su propuesta de reforma tributaria, que buscaba entre otras gravar los alimentos de una ciudadanía con hambre, en situación de desempleo y que enfrenta con sus propios medios una difícil crisis sanitaria, dado que la política social para enfrentar la misma por parte del gobierno nacional ha sido miserabilista.

A esto se sumó la insistencia de aprobar una reforma a la salud que se había presentada en septiembre del 2020, cuyo eje central era profundizar el modelo de negocio de salud instaurado con la Ley 100 de 1993 que ha hecho aguas, y que es uno de los aspectos que explica la tragedia sanitaria que ha costado la vida de  decenas de miles de  colombianos, insistimos, muchas de estas muertes se hubieran podido evitar con un modelo de salud distinto que garantice el derecho fundamental a la salud por encima de los intereses particulares de extracción de renta que anidan en el sector salud. 
La movilización social, un proceso que sigue vigente, logró el hundimiento de estas dos reformas en el Congreso de la República, ante el cierre del sistema político en Colombia, que en el contexto de excepción de la pandemia, generó una concentración de poder en el ejecutivo, con un debilitamiento de las demás ramas de poder. En ese sentido, el control político al gobierno colombiano se trasladó a las calles, logrando el retiro de estas iniciativas, una por retiro del gobierno y la otra por la votación mayoritaria de las bancadas parlamentarias que lograron el l archivo de la regresiva propuesta de salud.

La protesta ciudadana continúa latente dado que las reivindicaciones que el movimiento social expresó no han sido resueltas, estas tienen que ver con una necesaria reforma  a la policía y al ESMAD que ejerció de nuevo una vulneración de derechos humanos, tal y como fue documentado por el informe presentado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; la necesidad de una reforma tributaria progresiva, que grabe a los grandes capitales; una reforma del sistema de salud que garantice el derecho fundamental; una política educativa que considere entre otras la matrícula cero, una política de renta básica que supere la miserabilista política social que presentó el gobierno durante la pandemia con el programa “Ingreso solidario”; una política de empleo público, como una de las medidas de reactivación económica, entre otras.

Todas las reivindicaciones del paro y la protesta social constituyen un verdadero programa de transición democrática para Colombia, que implicará asumir las reformas aplazadas durante el siglo 20 y las que reclama la nueva era pandémica. Muchas de ellas tendrán que ser materia de debate en el proceso electoral del 2022, las fuerzas políticas tradicionales del régimen no logran aceptar la necesidad de este cambio que reclaman millones de ciudadanos. La pandemia profundizó todas estas crisis, pero nunca antes un proyecto político alternativo había tenido las condiciones para poder ser gobierno en Colombia y asumir estas transformaciones que nos mostraron la pandemia y la movilización social.

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(1) La paradoja de la recuperación en América Latina y el Caribe. Crecimiento con persistentes problemas estructurales: desigualdad, pobreza, poca inversión y baja productividad (cepal.org). Visitado el 25 de julio de 2021.

(2)La crisis económica y social en Colombia a propósito de la pandemia del covid-19 | Corporación Latinoamericana Sur.