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Nuestro Proyecto de Universidad*


Edición Nº 1. Junio de 2020. Pensar la Ciudad
Autor: | Publicado en June 16, 2020
Imagen articulo Nuestro Proyecto de Universidad*

La Universidad, como organización institucional, hecha de principios normativos y de estructuras funcionales, y como comunidad conformada por gentes consagradas al conocimiento especializado y a la educación superior, constituye un proyecto empujado por la causa final de sus propósitos misionales, a saber: 1) la formación y docencia; 2) la investigación, creación e innovación, y 3) la extensión o proyección social. 

Ese proyecto, que es visualización y futuro, y que como plan se despliega por etapas, está definido previamente en unos términos filosóficos, que contienen el ethos de la entidad o el sentido de su existencia, el cual se funda en el estatuto del individuo, un sujeto a la vez libre y cognoscente. 

Libre porque participa del ejercicio del aprendizaje y la enseñanza, no para repetir mecánica-mente lo que escucha, sino para afirmar su identidad, como un espíritu en condiciones de trazar su propio destino y fundar sus propios valores; libre, además, por su capacidad de autonomía en las reglas morales de su existencia; finalmente, libre por su afirmación existencial no solo de decir la verdad, sino además, como diría Foucault, de vivir siempre en medio de la verdad, sin importar las mo¬lestias que eso le represente y sin obviar las posibilidades de transgresión, naturalmente lícita. 

Cognoscente porque también su identidad la forja en el saber, en la especialización profesional y en la pasión por el conocimiento desarrollado, que construye como un bien público, apoyado en la indagación ardua, en el trabajo duro y polémico en oposición a una verdad fácil, aparente y trans¬parente, que probablemente arrastra con el error, el cual debe ser sometido a la contrastación empírica, a la prueba de los hechos y a la rectificación. Todo ello en el juego dialéctico de una crítica formulada desde unas condiciones colectivas, que permitan abrir un nuevo horizonte de verdades en términos cognitivos. Por último, es un ser cognoscente en la medida en que expresa la unión entre individ¬uo y ciencia o, lo que es lo mismo, al decir de He¬gel, entre la autoconciencia y la ciencia. Esto no es un acto único o un hecho previo, sino un de¬venir y un encuentro, sellados ambos con el ma¬terial de la reflexión, que en palabras del filósofo de la Universidad de Jena, se extiende como un movimiento formativo, cuya meta no es otra que “la penetración del espíritu en lo que es el saber”.

La misión universitaria

La Universidad Distrital Francisco José de Caldas es un espacio social de carácter cultural, científico y tecnológico, complejo y abierto, y a la vez institucionalizado, que se apropia como su misión la formación profesional de alta calidad, la expansión de los saberes, la producción de conocimiento; concretamente, el desarrollo de la ciencia al igual que la creación artística, y la pedagogía crítica en todos los terrenos de la docencia. Es esta una misión que se despliega en los horizontes de una verdad siempre abierta, pues tan pronto enfrenta la tentación de cristalizar en poder, despeja la ruta para indagar por el error que se oculta entre sus pliegues; con lo cual deja el camino disponible para transformaciones del conocer, de las que segura¬mente se siguen repercusiones en el hacer, en el decir y en el poder (Bachelard, 1938). 

Es, para utilizar el concepto de Pierre Bourdieu (1976), un verdadero campus, en tanto, entrama¬do de relaciones, cuyo sentido está definido por los procesos altamente cualificados del conocer, del saber y del crear, operaciones del espíritu que encarnan el capital simbólico del mundo universitario, su razón de ser. En otras palabras, su re¬conocimiento y la identidad como cuerpo social, que se auto legitima, como agente colectivo de la educación superior. Por cierto, esta última un derecho fundamental consagrado en la Constitución Nacional y en la Ley 30 de 1992. 

Al encarnar ese derecho fundamental, la Universidad se organiza como una institución que jurídicamente goza de un estatus autónomo, que además reproduce —incluso fabrica—, a partir de la comunidad humana que acoge, el código de símbolos que le da sentido; finalmente, la norma fundamental que la guía es la producción y apropiación del conocimiento y la creación; eso sí, como procesos inscritos en un debate razonado que dé lugar a nuevas verdades, a la curiosidad y a las experimentaciones en el proceso general de la creación, algo que lleva el aliento de un proyecto: promesa realizable de crecimiento colectivo en el saber y de sabiduría individual que se apoya en el ingenio asombroso del inventor y del diseñador de cada técnica, en el oficio del científico, así como en el del pedagogo y el artista (Giddens, 1995). 

La Universidad Distrital Francisco José de Caldas es un espacio social y una organización institucional, ente autónomo del orden distrital, que tiene entre sus finalidades la formación de profesionales especializados y de ciudadanos activos; la producción y reproducción del conocimiento científico, además de la innovación tecnológica y la creación artística. Impulsa el diálogo de saberes y promueve una pedagogía, capaz de animar la reflexión y la curiosidad de los estudiantes; además, fomenta un espíritu crítico en la búsqueda de verdades abiertas; en la promoción de la ciencia y la creación; asimismo, de la ciudadanía y la democracia; y alienta la deliberación, fundada en la argumentación y en el diálogo razonado.

Para el 2030 la Universidad Francisco José de Caldas será reconocida, nacional e internacional¬mente, como una institución de alta calidad en la formación de ciudadanos responsables y profesionales del mejor nivel, en la producción de conocimiento científico, artístico y de innovación tecnológica; propósitos que desplegará en los campos de la docencia, la investigación y la extensión.

El proyecto de universidad

Del mismo modo como cada individuo entraña un proyecto de vida, aunque a veces no sea tan consciente de ello, la Universidad, organización dotada de unos objetivos y de una administra¬ción, envuelve un proyecto, en cuyo trazado esos objetivos encuentran un orden y una magnitud, solo que en este caso la comunidad se propone hacerlo explícito dentro de su autonomía (Crozier y Friedberg, 1977). 

Esta tiene allí una de sus manifestaciones notables, la de un proyecto institucional, esbozo de un horizonte de existencia donde se explicita una conciencia colectiva que se desenvuelve en el tiempo, no como un simple discurrir de los días, sino como la posibilidad de transformar; como un hacer social, lleno de configuraciones de sentido (Schutz, 1993). En general, como una estructuración, en las condiciones que incluyen reglas y recursos, y que gobiernan la continuidad o transmutación de estructuras y en consecuencia la reproducción de sistemas sociales, como lo afirma Giddens (1995). 

El proyecto es un orden que, por serlo, frena los probables extravíos de la voluntad cuando esta va más allá de lo razonable y también las arbitrariedades en la acción. Pero es a la vez un ideal, que atrae el impulso para los cambios en ese mismo orden que contiene, pues como advertía Alain, un pensador francés citado por Raymond Aron en Las Etapas del Pensamiento Sociológico (2004), no hay orden que merezca ser venerado, en el sentido de que alguien se obsesione por su inmutabilidad. Es una dimensión que puede traducirse en un plan de comportamientos, de acciones y de metas, una suerte de proceso anticipado de toma de decisiones, precedido naturalmente por unos principios y fundamentos (Ackoff, 1981).


* Tomado del Proyecto Universitario Institucional (PUI)